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Poesía de los ochenta

Malditos sean los amigos de Helena. 2004. Lluvia Editores / Lago Sa-
grado Editores. Lima.
Adrián, el protagonista de esta novela, desde su condición de ex-
cluido, se hace la promesa de no volver a escribir nunca más, ¿por
qué?, ¿acaso porque considera que escribir es un acto inútil para un
excluido? La novela no lo dice; sin embargo, la imperiosa agitación
espiritual en la que Adrián vive es irresistible y el resultado final es

esta deslumbrante historia narrada en primera persona. ¿Quién es
Helena? ¿Por qué la maldición debe caer sobre el círculo de sus ami-
gos? ¿Es, acaso, Helena el símbolo clásico de la cultura occidental? Las
pistas que se tienden a lo largo de la novela para responder estas inte-
rrogantes son múltiples. A través de ellas, la experiencia desgarrada
del protagonista entre los moribundos paradigmas de la civilización

occidental moderna, lo conduce finalmente a la demoledora certeza
de que la única diferencia posible entre los seres humanos del mundo
globalizado es la de ser un hombre de éxito o un excluido.

Cuaderno de búsquedas y desengaños. 2006. Lluvia Editores. Lima.

Conjunto de poemas que, a través de la nostalgia, del amor e incluso
de la política, registran el sentimiento de soledad que en el siglo XX
se tradujo como una cruda experiencia para todos los seres humanos
que vivieron con perplejidad los grandes acontecimientos y la
desarticulación de todos los paradigmas y las utopías. Experiencia
que los condujo a una búsqueda insosegable de nuevos referentes
para construir su destino en el futuro y que, hasta hoy, casi siempre
desemboca en el desengaño.

84 Polvo de los caminos. 1991. Lluvia Editores. Lima.

En este libro de poemas se vuelca la experiencia del migrante
que, desde la ciudad, vuelve el rostro a un mundo perdido, tra-
tando de reconfirmar su identidad amenazada por un proceso

galopante de disolución. Dentro una civilización urbana en cri-
sis, sin paradigmas que sustenten alguna fe o alguna esperanza,
en medio de la soledad y el extravío, la mirada del yo poético se
traduce en una nostalgia omnívora y un amor inapagable.