Page 85 - Encuentra tu persona vitamina
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Me sorprende que aguante en un trabajo donde las condiciones tanto económicas como personales
no son buenas.
—No me gusta cómo me trata, pero lo soporto, en algún momento buscaré otra cosa —afirma.
Le pido que me hable de su familia.
—Mis padres no se llevan bien. Mi madre lleva la voz cantante en casa, manda muchísimo y es una
mujer hiperactiva. Siempre está haciendo algo. Es poco cariñosa, más bien arisca y muy exigente.
Recuerdo que nos levantaba a las siete de la mañana los fines de semana para estudiar, hacer
ejercicio o realizar alguna actividad deportiva. Si sacábamos menos de un notable, nos hacía repetir los
deberes y como castigo hacíamos hojas interminables de caligrafía, números y lectura. Incluso nos
obligaba a estudiar poesías y textos para fortalecer la memoria. En casa nunca había un momento de
pausa o de descanso. Mi padre, en cambio, es muy callado y cariñoso. A mi madre le exaspera que
nos abrace y sea tan permisivo y eso causa muchas disputas entre ellos.
Celia ha crecido con una madre dura y exigente. Toparse con una jefa como
la que tiene no activa su sistema de alerta de forma consciente. Ella percibe
esta actitud como normal o conocida, ya que le recuerda a los cimientos
emocionales. Su voz interior —de la que luego hablaremos con calma— le
avisa de que no es adecuado, pero no logra captar la gravedad del asunto.
Sus ataques de pánico los asocia a la carga de trabajo y no a la relación
con su jefa. Por fin termina entendiendo cómo percibe la exigencia de otros y
su incapacidad hasta ahora de marcar límites. Está acostumbrada a aguantar y
a obedecer desde la sumisión.
Es necesario trabajar ciertas habilidades para aprender a protegerse y
poner límites a situaciones intolerables y saber comunicarse y expresar cómo
nos sentimos.
En la actualidad, Celia conoce lo que no le conviene, porque, como ella
misma reconoce, si no mejora en esto, acabará con una pareja que le trate mal
y lo aceptará como bueno.
Los cimientos emocionales pueden arrastrar una herida más o menos fuerte.
Por supuesto, la esperanza existe, y pueden ser desbloqueados y sanados. La
llave consiste en ser conscientes de nuestra historia. Comprender cuáles son
nuestros orígenes y cómo está formado nuestro mundo emocional nos ayuda a
entendernos para tomar las decisiones de forma adecuada o gestionar los
temas de la mejor manera. Haberlo trabajado e interiorizado lleva a la
sanación y a cambiar los patrones de comportamiento.