Page 19 - LIBRO DE RELIGIÓN 1° MEDIO
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Desde la perspectiva cristiana
La muerte de Jesús
Una muerte insospechada, pero profetizada
La fe cristiana se basa en la vida, las enseñanzas y las palabras de
Jesús y también de su muerte. Pero, cosa curiosa, si de alguien
no era esperable que muriera, ese era Jesús. Un ser humano
que pasó solo haciendo el bien, que tenía poder sobre la en-
fermedad y la muerte, era escandaloso que muriera, ¡y en una
muerte de cruz!
Por eso, la muerte de Jesús desconcertó y desilusionó a los
creyentes de la Palestina del siglo I. Se preguntaban si toda su
obra había sido un fracaso. Pero, poco a poco, fueron descu-
briendo su significado.
Para entender el sentido de la muerte de Jesús, así como lo
hicieron los primeros cristianos, debemos tener presentes
figuras e imágenes bíblicas del Antiguo Testamento.
La figura de los profetas
En Israel existieron muchos profetas que fueron incomprendi-
dos. Incluso dieron la vida por defender y orientar en el buen camino a su
pueblo. Así, por ejemplo, el profeta Daniel fue perseguido y arrojado al pozo
de los leones por anunciar el mensaje de Dios y denunciar aquellas actitudes
que iban contra Él.
Gracias a estos profetas, muchas personas vivieron de acuerdo con lo que La fracción del pan y la oración en
Dios quería. Se sintieron salvadas. el huerto de los Olivos en dos foto-
gramas de la película La Pasión.
El sufrimiento del Justo
El pueblo de Israel se preguntaba constantemente por qué sufría el hombre justo.
Se esperaba que algún día el justo fuera recompensado de alguna manera. Uno de
los personajes que la Biblia nos pone como modelo de los justos es Job.
¡Si pudiera volver a los tiempos pasados, a los días en que Dios cuidaba de
mí, cuando hacía brillar su lámpara sobre mi cabeza y yo caminaba a su luz
entre las tinieblas!
Jb. 29, 2-3
Pero ahora mi vida se diluye en mi interior, me han tocado días de aflic-
ción.
Clamo a ti, y no me respondes; me presento, y no me haces caso.
Te has vuelto despiadado conmigo, me atacas con todo el rigor de tu mano.
Sí, ya lo sé, me llevas a la muerte(…)
¿Acaso no tendí mi mano al pobre cuando en su desgracia me pedía auxi-
lio?
¿No lloré con el que vivía duramente y mi corazón no se afligió por el pobre?
Yo esperaba lo bueno y llegó lo malo, aguardaba la luz y llegó la oscuridad.
Jb. 30, 16.20-21.23-26 Job y su mujer, Alberto Durero.
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