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6. Recomendaciones finales
Atiende y percibe los buenos comportamientos y, en el otro extremo, cuídate de
obsesionarte con los comportamientos negativos de los niños. Si no recompensas los
comportamientos positivos, le quitas importancia y consistencia. Si prestas mucha
atención a comportamientos negativos, estos se pueden convertir en un reclamo para
llamar la atención. Por supuesto, cuando los comportamientos son especialmente
dañinos, deberás atender al daño causado y después castigar el comportamiento.
No utilices con más frecuencia el castigo en lugar de las recompensas para enseñar
comportamientos apropiados, pues podrías generar sentimientos de impotencia, ira o
frustración. Atiende a las conductas positivas y prémialas inmediatamente después de
que haya realizado bien una tarea o se haya comportado bien, así les hacemos saber a
nuestros hijos con exactitud lo que está bien.
Asegúrate de que tu hijo cumpla las reglas y normas. De esta forma evitarás el
malestar o irritación que sentirás cuando la orden no se cumple.
Cuando tu hijo se comporta mal emergen pasamientos, sentimientos y conductas que
le invitan a ceder en el esfuerzo por ser consistente y hacer lo que debe hacer para
tener éxito a largo plazo, distintas formas de cesión pueden emerger.
Si tu hijo se comporta mal en público, cuando rompe las reglas podrían invadirte
sentimientos de vergüenza, de estar abrumado y pensamientos de que «podría ser
más fácil simplemente ceder». No ceda realizando amenazas vacías que no pueda o
desee cumplir.
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