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qué? Yo no te eduqué para que seas un maricón, ¿¡¿Me escuchaste?!?”. El reto se extiende

            un par de cuadras cuando pasan velozmente por la puerta de una casa.
            Allí una nena está sentada merendando mientras hace la tarea mientras el novio de la
            madre abre la puerta y cae borracho al piso gritando e insultando al aire por la caída. Se
            levanta y se acerca a la madre de la nena que le da un empujoncito y le dice “ahora no,

            está la nena, anda a dormir yo voy a preparar la cena en un rato”. El borracho se gira y ve a
            la nena merendando y explota en furia, le atribuye culpas que no tiene y se descarga
            contra ella gritándole que no lo saludó, que es el padre y lo tiene que saludar ni bien llega.

            Cuando la nena se está por disculpar le pega una cachetada (Por hacerse la “viva” y querer
            “contestar”) que le saca volando los anteojos al piso donde se rompen. La madre se
            interpone entre la inocencia y la furia y le grita a esta última que se vaya a dormir, que deje
            a la inocencia en paz, y no te lo digo más, vos no sos el papá. La nena ya tiene un padre.

            Ahora los golpes cambian de receptor pero nunca se dejan de emitir.
            Tres horas después a tres cuadras de aquella casa se encuentran sentados  en una mesa,
            una nena de 5 años con sus dos padres. Mientras un padre le desenreda el pelo la nena les

            cuenta a él y a su otro papá sobre su día. Unos momentos después, cuando el peine es
            dejado sobre la mesa, y los platos, de una cena acogedora, son lavados, la nena es tapada
            hasta el cuello y con las caricias de uno de sus padres en el pelo y las historias del otro se
            queda dormida, a pesar de los gritos de los vecinos de arriba.

            Arriba, una madre le grita a su hija adolescente por haberse “rateado” del colegio y haber
            vuelto a la casa borracha, la hija le dice que no la joda más, que es su vida, con frases tales
            como “y a vos que te importa Ahora que te dejó tu novio me prestas atención,¿ te das

            cuenta de que existo, no? Tarde”. Acto seguido se encierra en su cuarto y llama a su mejor
            amigo que le pide que lo espere unos minutos porque está terminando de ver un
            programa sobre el universo con el padre.
            El programa se llama “Cosmos” y lo pasan todos los jueves a las 11 por Discovery, el chico y

            su padre comparten eso: la curiosidad y el amor a lo extraño. Tienen una relación muy
            buena, llena de confianza aunque no faltan los reclamos como:  “Pa, no me molestes. Ya
            estoy grande” o “Hijo, ¿Qué es este dos en el boletín, necesitas ayuda?”. Así como ellos

            comparten su gusto por las series su madre y hermana una tarde a la semana salen a
            recorrer bibliotecas y librerías donde se pasan horas leyendo o buscando nuevos autores
            que explorar.
            A unos pasos, en el mismo lugar, en la misma cuadra donde pasa el auto, en el mismo

            edificio, un piso más  arriba, los universos se rozan, se conectan y chocan, se separan y se
            vuelven a unir. A veces resulta explosivo, otras cálido, y en algunas ocasiones la explosión
            deja partes por acá y por allá sin nadie para unirlas. Toda colisión deja consecuencias

            (quizás terapia, quizás el abandono, quizás el reproche). ¿A vos cuántos universos te
            rodean? ¿Cuántas explosiones te acercaron a un abrazo, cuántas veces respaldaste a un
            universo desarmado? o lo más importante, ¿A cuántas colisiones sobreviviste?
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