Page 10 - Edicion 820 El Directorio
P. 10

Reportaje
Carolina también conoce va- rios casos de parejas vene- zolanas. No siempre los esposos trabajan, pero están cerca.
con un cliente sin preserva- tivo para que así les paguen más.
Muchas saben que es un riesgo -cuenta Villamizar-
US$3,20). Mientras que una colombiana cobraría 50.000 pesos (US$15)”.
“Modelos”
Las webcams también son parte del negocio. En los dia- rios locales se ven anuncios regularmente que solicitan los servicios de “modelos”.
“Es como vender tu cuerpo, pero nadie te toca porque es por internet... Para mí lo más difícil ha sido estar con una mujer, porque soy gay“, cuenta David Contreras.
Explica que el usuario había pagado una buena cantidad de dinero, por lo que fue pre- sionado a hacerlo.
“Somos cuatro personas y nos ven unos 300 usuarios. Ellos te piden que hagas cier- tas cosas, fantasías que tie- nen“, dice.
   Francesca, en alguna oportu- nidad, atendió a casi 30 en
un fin de se- mana.
   “Hay contadoras, maestras y fisioterapeutas que se vinie- ron de Venezuela con sus fa- milias. Sus esposos están en el parque y ven todo lo que pasa“.
Ella misma tiene dos hijos que la acompañan.
“Mis niños ven que las muje- res se van con muchos hom- bres, pero yo les digo que eso no debe hacerse”, se- ñala.
pero necesitan el dinero, así que aceptan.
“En el último año, al menos cinco venezolanas salieron embarazadas mientras esta- ban trabajando“, refiere.
Carolina cuenta que una compañera, que ya tiene tres hijos, dio a luz reciente- mente.
“Lo hacen por absoluta su- pervivencia. Comen una vez al día y toman agua para mantenerse. Las condiciones en las que ejercen la prostitu- ción son inhumanas”, refiere una persona que trabaja con inmigrantes en la frontera pero prefiere mantener el anonimato.
Y prosigue: “Las venezolanas pueden atender a 12 clientes por noche y cobran mucho menos. Algunas piden entre 5.000 y 10.000 pesos por servicio (US$1,60 y
“Es terrible. En la entrada de un bar se puede ver un letrero que dice: ‘Pague 5.000
En Venezuela era un estu- diante que en su tiempo libre trabajaba. Pero lo que ga- naba apenas le alcanzaba para comprar verduras, así que se fue a Colombia a pro- bar suerte, pese a que no co- nocía a nadie.
“Lavé carros, trabajé en una peluquería y en una tienda, pero el dinero no me alcan- zaba. Nunca pensé que ter- minaría haciendo lo que hago, pero me tocó para poder ayudar a mi familia“, comenta Contreras.
Viven cerca de la frontera, así que los ve con cierta re- gularidad.
“Nos encontramos en algún punto y nos comemos un he- lado. Después les doy el di- nero y cada quien para su casa”.
“Cada vez hay más venezo- lanos trabajando como es- corts o prepagos, también transexuales. En Grindr (una
“Cuando alguien tiene que trabajar con un cliente -prosi- gue- toca que alguna amiga le cuide al hijo, quien se queda en la plaza”.
Y añade: “También escuchas en las esquinas a encarga- dos de bares (prostíbulos) gritando: ‘Vengan a comer, señores, ahora que las vene- zolanas cuestan poco pode- mos aprovechar'”.
La mayoría de los inmigran- tes llega con la esperanza de encontrar algún trabajo. Pero no es fácil.
Según el Sistema Estadístico Nacional de Colombia, Cú- cuta es la segunda ciudad de Colombia con la mayor tasa de desempleo: 16,2% a sep- tiembre de 2018.
Y es por eso que muchos ter- minan sobreviviendo con un trabajo en la industria de la prostitución.
12 clientes por noche
También hay una práctica que se ha identificado con frecuencia entre las trabaja- doras sexuales en Cúcuta.
Acceder a tener relaciones
10 El Directorio Comercial Latino de Montreal
“Pague 5.000 pesos y có- mase dos vene- zolanas”
Están también quienes se aprovechan de la desespera- ción de inmi- grantes venezolanos.
pesos y cómase dos venezo- lanas‘”, indica Álvarez, de la Fundación Oasis de Amor y Paz.
  Edición 820 Del 24 al 30 de abril del 2019




























































   8   9   10   11   12