Page 4 - Palabras
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AHÍ.



                  El  viento  se  filtra  por  la  ventana  que  entrecerrada deja pasar un  poco  de  aire al  salón

                  haciendo que unas hojas olvidadas sobre la mesa caigan sobre el piso que evidencia varios
                  días sin limpiarse. Un vaso con un poco de agua reposa sobre el comedor al lado de los

                  sillones de la sala en un silencio profundo solo afectado por el susurro del viento en los

                  momentos en que su fuerza aumenta. Una pantalla de televisión que parece funcionar pero

                  no se activa hace varios días acompaña el gran salón en el que apenas a veces se mueven
                  las hojas de papel caídas.

                  Un poco más adentro, en la cocina, varios platos y vasos reposan al interior del lavaplatos y

                  por el estado en que se encuentran es fácil adivinar que llevan varios días allí. Frascos y

                  envases de alimentos ya vencidos están sobre el mesón sin haber tenido la opción de ser
                  consumidos a tiempo.  Bajo la puerta de ingreso algunos recibos de servicios están inertes

                  almacenando polvo y dejando pasar el tiempo previsto para su oportuno pago. La puerta

                  está asegurada, con varios pasadores para evitar que alguien entre o salga, tal vez por

                  seguridad o por prevención.
                  El único baño genera un olor a humedad y encierro aumentado por la falta de aseo y el

                  vapor acumulado y seco que se pega en el sanitario, el lavamanos y el espejo. Debido a su

                  cercanía con la entrada a la vivienda seguramente alguien que se acercara a la puerta desde

                  afuera, luego de que improbablemente suba los cinco pisos,  sentiría el aire cargado que se
                  cuela.

                  Los muebles y las sillas del gran salón parecen incrustados en el piso de la vivienda. Uno

                  puede imaginar que hacen parte de la estructura, con un techo alto y espacioso, en madera,

                  como suele ser en el último nivel del edificio.
                  La puerta de la habitación está  entreabierta y en su interior una oscuridad que parece

                  querer absorber todo a su paso  mantiene en silencio el recinto en el que una cama y una

                  mesa de noche se encuentran inmóviles. La cortina, corrida hace días de manera tal que no

                  logre entrar la luz del día ni la del foco que alumbra en la calle durante la noche, se ve
                  arrugada y un poco fruncida por la fuerza que se le impuso para cubrir la totalidad de la
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