Page 11 - Monteje de Revista Bioetica 2019
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El episodio se mantuvo oculto por décadas, se descubrió gracias a la historiadora médica Susan Reverbydel, del
Colegio Wellsley, halló expedientes de los pacientes entre unos documentos del médico John Cutler, director del exper-
imento.
En ese momento el presidente Barack Obama ofreció disculpas a Guatemala y ordenó que una comisión de bioética,
compuesta por notables, revisara lo ocurrido. En la presentación preliminar del informe, la directora de ese grupo de
especialistas, Amy Gutmann, sintetizó el caso con dos palabras: “Escalofriantemente atroz”.
Al igual que Josef Mengele, el médico nazi de los pavorosos experimentos en los campos de concentración del
nazismo, Cutler no tenía escrúpulos ni medía el horror de sus experimentos. Por ejemplo, siete mujeres con epilepsia,
que estaban alojadas en el Asilo de Alienados, fueron inyectadas con sí lis abajo del cuello. Así trataban de comprobar
la hipótesis de que la nueva infección podría de alguna manera curarles la epilepsia. Cada una de las mujeres enfermó
de meningitis bacteriana, posiblemente por el uso de material sin esterilizar.
Quizá los detalles más perturbadores se re eren a una paciente femenina de sí lis, que se encontraba en estado termi-
nal. Los investigadores, interesados en ver el impacto de una nueva infección en un cuerpo debilitado, le
inocularon gonorrea en los ojos y en otras partes de su cuerpo. Murió seis meses después, en forma espantosa.
Según la comisión, la nueva información indica que los médicos tuvieron una insólita actitud inmoral, incluso si el
hecho fuera puesto en el contexto histórico de la época: “Los investigadores colocaron en primer lugar sus propios
avances médicos y en un distante segundo lugar al decoro humano; estos son graves violaciones a los derechos
humanos”.
El gobierno de Guatemala, que dio a conocer este caso, está haciendo su propia investigación. Quiere saber qué
consecuencias tuvieron los pacientes y sus familias a raíz de las infecciones a que los sometieron. Ya logró ubicar a cinco
sobrevivientes, de entre 84 y 85 años. Antes, la prensa había localizado a una mujer llamada Marta Orellana, a la que
incluyeron en los fatídicos experimentos cuando tenía sólo 9 años