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EXPERIENCIA INICIAL  Conecta T                           Al cabo de un rato encontraron otro lugar muy humilde,






                                       El guardián del paraíso


                            abía una vez un hombre que paseaba por
                            el campo con su caballo y su perro. De
                                                                  en todo él se podía percibir la presencia del agua ju-
                            pronto, una fuerte tormenta los obligó
                                                                  guetona de las fuentes. A la puerta, un viejo dormitaba
                            a refugiarse bajo un árbol cercano. Un
                                                                  sentado.
                            rayo cayó sobre el árbol y los tres murie-  pero con mucha sombra y del cual salía un aire fresco;
                            ron. Sus espíritus, sin embargo, continua-
                                                                  —¿Podríamos entrar mis animales y yo para beber y
                 ron  la  travesía.  Después  de  un  largo  y  difícil
                                                                  descansar?
                 camino hecho a pleno sol, el agotamiento y la sed em-
                 pezaron a afectarles.                            —¡Oh, claro que sí! Pasen, beban y descansen.
                 Entonces encontraron una finca muy grande; desde  Así lo hizo. Después de haber bebido y de haber des-
                 fuera se oía el murmullo del agua que corría por dife-  cansado, el viajero preguntó al viejo:
                 rentes riachuelos. El viajero se acercó y pidió entrar  —¿Me podrías decir cómo se llama este lugar?
                 para poder beber y descansar. La persona que guar-
                 daba la puerta le dijo:                          El hombre le respondió:
                                                                  —Esto es el paraíso.
                 —Tú puedes entrar, pero los animales no.
                                                                  El viajero quedó contrariado.
                 El viajero, disgustado por esta respuesta, preguntó:
                                                                  —¡Pero si antes, en otro lugar, ya me han dicho que
                 —¿Cómo se llama este lugar?                      aquello era el paraíso!
                 Y el guardián de la puerta le respondió:         —¡Ah, no hagas caso! —dijo—. Aquello es una trampa
                                                                  del demonio para descubrir a los hombres egoís tas y
                 —Esto es el paraíso, el lugar de la felicidad plena. Aquí
                                                                  de duro corazón; para descubrir quiénes son los que
                 todo el mundo vive feliz.
                                                                  sólo piensan en sí mismos, los que no se dan cuenta
                 Sin embargo, el viajero no se lo pensó dos veces; se  de que la felicidad no se consigue llegando al paraíso,
                 dio media vuelta y prosiguió el camino, que cada vez  sino que se va sembrando día a día. A ésos los dejamos
                 era más tortuoso y obligaba a un paso más lento y  allí. Sólo los compasivos y de corazón generoso pue-
                 agotador.                                        den llegar al paraíso.





































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