Page 7 - La Basílica María Auxiliadora de Lima
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La Basílica de María Auxiliadora:
                  perla preciosa para los jóvenes




                  Meditando en la homilía del 26 de julio de 2020, recordé que los Salesianos construyen este templo a

                  María Auxiliadora cuando ya se habían introducido en los márgenes de nuestro país, como el Dios de
                  Isaías, “escondido” en los escondidos de la historia, que no se ven porque  se les oculta, o se les invisibiliza.



                  Los Salesianos de Don Bosco llegaron al Perú en 1891, y en Lima fueron al Rímac, fundando aquel

                  Oratorio que todos conocemos detrás del Paseo de Aguas. Allí se dedicaron justamente a la juventud
                  trabajadora, parcamente acompañada por la Iglesia, haciéndose cargo de ellos con una misericordia

                  entrañable. Comenzó así un camino inédito de Iglesia en medio de los jóvenes pobres promoviéndolos
                  en su fe desde su humanidad.



                  La magnífica Basílica de María Auxiliadora, fue el modo más profundo de agradecer a Dios por los

                  primeros 100 años de la Independencia: hacer visible y público el vínculo de la Iglesia con los jóvenes
                  olvidados del Perú futuro. Ese es nuestro presente, y nos llama a renovar nuevos lazos con las generaciones

                  que vendrán.



                  En efecto, este templo, como “perla preciosa” del Reino, que buscamos en nuestra fe, discerniendo y
                  encontrando el lugar de los pobres en proyectos modernos que los olvidan,  como en 1921, este templo

                  visibiliza la importancia de la acogida y educación a favor de jóvenes pobres. Desde este templo los
                  Salesianos irradiaron la promoción esperanzadora de los jóvenes, quienes encontraron casa, comunidad,

                  profesión técnica, creatividad artística, trabajo y futuro dignos. El templo levantado generó un espíritu
                  creyente nuevo en el Perú, como la cercanía de María Auxiliadora a su hijo Jesús en sus años escondidos.



                  Se le quiso un templo bello, para suscitar la sensibilidad de los chicos. Se recibieron los aportes de

                  finísimos artistas modernos que expresaron en el color y la sencillez “románico bizantina”, las líneas
                  simples que superaban el gusto rococó y churriguera que abundó en la época decadente de la colonia. Era

                  como el renacimiento de la Iglesia de Lima desde los jóvenes.



                  Esta obra expresa la belleza humana, cristiana y pastoral de los hijos de Don Bosco que como Arzobispo
                  reconozco con alegría y esperanza.



                  Mons. Carlos Castillo Mattasoglio

                  Arzobispo de Lima y Primado del Perú



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