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– Porque somos débiles, estamos hechos de barro y el barro se
                                                    quiebra  fácilmente.  Todos,  menos  Jesús  y  la  Virgen,  hemos  sido
                                                    concebidos en pecado. Ese pecado lo cometieron nuestros primeros
                                                    padres, a los que la Biblia llama Adán y Eva.
                                                      – He  leído  esa  historia  en  un  libro  de  mi  abuela,  dijo  Giuliana.
                                                    Adán y Eva fueron creados por Dios, quien les colocó en un jardín
                                                    hermoso llamado paraíso. Les dijo que podían comer de los frutos
                                                    de todos los árboles, menos de uno que se hallaba en el centro del
                                                    jardín, pues si comían de él, morirían sin reparo. Ellos inicialmente
                                                    obedecieron,  pero  una  serpiente  que  hablaba  sedujo  a  Eva  y  le
                                                    engañó.  Le  dijo  que,  si  comían  de  los  frutos  de  ese  árbol,  serían
                La corrección                       como dioses. Eva comió y le dio de comer a Adán. Ambos se dieron
                 fraterna es                        cuenta de que estaban desnudos y se escondieron de Dios, quien
                                                    más  tarde  los  expulsó  del  paraíso.  Honestamente,  me  parece  un
                un acto para                        cuento para niños muy pequeños o una historia de ficción. ¿Cómo
               curar el cuer-                       puede haber una serpiente que habla o cómo puede Dios castigar
                po de la Igle-                      solo por una fruta prohibida?
                                                      Desde pequeñita Giuliana iba despertando la particularidad de
                 sia. Hay un                        leer e investigar por cuenta propia temas que se veían en clase. Su
                agujero, ahí,                       discurso había sido excelente, a no ser por su opinión final. Hubo un
               en el tejido de                      poquito de silencio tras escucharla, pero luego el profesor continuó:
                la Iglesia que                        – Lo que has narrado, Giuliana, está escrito en el capítulo tres del
                es necesario                        libro del Génesis, en la Biblia. Ten en cuenta que es una parábola
                                                    escrita para gente sencilla. No hay que tomar todo al pie de la letra
               coser de nue-                        sino más bien ir al fondo de lo que nos quiso enseñar su autor. El

                 vo. Y como                         hecho es que el hombre es feliz cuando es amigo de Dios, cuando
                las madres y                        está en su gracia. Pero cuando desobedece a Dios y quiere decidir
                                                    por sí mismo lo que es bueno para él, peca y su vida cambia para mal.
                 las abuelas,                       Sin duda, al inicio el hombre estaba en gracia de Dios, pero en algún
               cuando cosen,                        momento pecó de soberbia, quiso ser como Dios. Los teólogos le
                lo hacen con                        llaman pecado original. Es el pecado de nuestros primeros padres
                mucha deli-                         que dañó nuestra naturaleza humana. Desde entonces todos somos
                                                    concebidos y nacemos con ese pecado.
                 cadeza, así                                                                                  continúa
                se debe hacer

                la corrección
                  fraterna.                          “No juzguen, para que no sean juzgados”.
                                                                     Mateo 7, 1-5






                                                  Cristo nos enseña a no
                                               juzgar a los demás; porque
                                                 solo Dios puede hacerlo.
                                                  Y, si el juicio de Dios es
                                                   la misericordia, ¿con
                                                 qué derecho juzgo a mi
                                                     compañero(a)?




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