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                    El sacrificio de Isaac                                   El Decálogo

                    Después de estos sucesos, Dios dijo a Abrahán:           Dios ha pronunciado las siguientes palabras:
                    —¡Abrahán!                                               —Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud.
                    Respondió:                                               «No tendrás otros dioses rivales míos. No te harás una imagen, fi-
                    —Aquí me tienes.                                         gura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en
                    Dios le dijo:                                            el agua bajo tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto;
                    —Toma a tu hijo único, a tu querido Isaac, vete al país de Moriá y  porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo la culpa
                    ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.  de los padres en los hijos, nietos y bisnietos cuando me aborrecen;
                    Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó a dos criados y a su  pero actúo con lealtad por mil generaciones cuando me aman y
                    hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que  guardan mis preceptos.
                    le había indicado Dios. Al tercer día, levantó Abrahán los ojos y di-  »No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque
                    visó el sitio a lo lejos. Abrahán dijo a sus criados:    no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso.
                    —Quedaos aquí con el asno; yo y el muchacho iremos hasta allá  »Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y
                    para adorar a Dios, y después volveremos con ustedes.    haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedi-
                    Abrahán tomó la leña para el holocausto, se la cargó a su hijo Isaac  cado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni
                    y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.  tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que
                    Isaac dijo a Abrahán, su padre:                          viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la
                                                                             tierra y el mar y lo que hay en ellos, y el séptimo descansó; por eso
                    —Padre.
                    Él respondió:                                            bendijo el Señor el sábado y lo santificó.
                                                                             »Honra a tu padre y a tu madre; así prolongarás tu vida en la tierra
                    —Aquí estoy, hijo mío.
                    El muchacho dijo:                                        que el Señor, tu Dios, te va a dar.
                                                                             »No matarás.
                    —Tenemos fuego y leña, pero ¿dónde está el cordero para el ho-
                    locausto?                                                »No cometerás adulterio.
                                                                             »No robarás.
                    Abrahán le contestó:
                    —Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.  »No darás testimonio falso contra tu prójimo.
                                                                             »No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de
                    Y siguieron caminando juntos.                            tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni
                    Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó
                                                                             nada que sea de él.»
                    allí un altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre
                    el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para                                Ex 20, 1-17
                    degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
                    —¡Abrahán, Abrahán!                                                                    z Unidad 2, pág. 37, act. 22
                    Él contestó:
                    —Aquí estoy.                                             Curación de un ciego de nacimiento
                    Dios le ordenó:
                    —No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ya he compro-  Al pasar vio un hombre ciego de nacimiento. Los discípulos le pre-
                    bado que respetas a Dios, porque no me has negado a tu único hijo.  guntaron:
                    Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos  —Rabí, ¿quién pecó para que naciera ciego?, ¿él o sus padres?
                    en los matorrales. Abrahán se acercó, tomó el carnero y lo ofreció  Contestó Jesús:
                    en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó a aquel sitio «El Señor  —Ni él pecó ni sus padres; ha sucedido para que se revele en él la
                    provee»; por eso se dice aún hoy «el monte donde el Señor provee».  acción de Dios. Mientras es de día, tienen que trabajar en las obras
                    Desde el cielo, el ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán:  del que me envió. Llegará la noche, cuando nadie puede trabajar.
                    —Juro por mí mismo —oráculo del Señor—: Por haber obrado así,  Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
                    por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te bendeciré, multi-  Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva, se lo untó
                    plicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la  en los ojos y le dijo:
                    arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las ciudades de  —Ve a lavarte en la alberca de Siloé (que significa Enviado).
                    sus enemigos. Todos los pueblos del mundo se bendecirán nom-  Fue, se lavó y volvió con vista. Los vecinos y los que lo veían antes
                    brando a tu descendencia, porque me has obedecido.       pidiendo limosna comentaban:
                                                                             —¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?
                                                             Gn 22, 1-18
                                                                             Unos decían:
                                                 z Unidad 2, pág. 35, act. 17  —Es él.
                                                                             Otros decían:
                                                                             —No es, sino que se le parece.
                    Profecía de Ezequiel                                     Él respondía:
                                                                             —Soy yo.
                    Por tanto, di: Esto dice el Señor:                       Así que le preguntaron:
                    Los reuniré de entre los pueblos, los recogeré de los países  —¿Cómo se te abrieron los ojos?
                    en los que están dispersos y les daré la tierra de Israel.  Contestó:
                    Entrarán y quitarán de ella todos sus ídolos y abominaciones.  —Ese individuo que se llama Jesús
                    Les daré un corazón íntegro e infundiré en ellos un espíritu nuevo:  hizo barro, me untó con él los ojos y me dijo que fuera a lavarme a
                    les arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne,  la fuente de Siloé. Fui, me lavé y recobré la vista.
                    para que sigan mis leyes y pongan por obra mis mandatos;  Le preguntaron:
                    serán mi pueblo y yo seré su Dios.                       —¿Dónde está él?
                    Pero si el corazón se les va tras sus ídolos y abominaciones,  Responde:
                    les daré su merecido —oráculo del Señor—.                —No sé.
                                                             Ez 11, 17-21    Presentaron a los fariseos al que había sido ciego. (Era sábado el
                                                                             día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.) Los fariseos le pre-
                                                 z Unidad 2, pág. 37, act. 24



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