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“ LAS   ANDANZAS   DE  FILOMENO “


              comer,  se  fueron  a  dormir.  Por  la  mañana,  el  Gato  y  el  Zorro  ya  se  habían  ido

              cuando  Pinocho  despertó.  Tuvo  que  hacerse  cargo  de  la  cuenta  y  gastar  una
              moneda de oro. De camino a casa, llorando, se encontró con un hada. Cuando el
              hada le preguntó por qué lloraba, Pinocho le dijo que había perdido una moneda de
              oro.


              Pero  al  decir  tal  mentira,  puesto  que  no  la  había  perdido,  si  no  que  la  había

              malgastado, le empezó a crecer la nariz. Pinocho se espantó y lloró todavía más.


              El hada, que era buena le hizo prometer a Pinocho que sería bueno, no diría más
              mentiras, y que sería un buen estudiante. Y después de tener su promesa, accedió a
              arreglarle  la  nariz.  Ya  contento,  Pinocho  prosiguió  su  camino.  Cerca  de  casa,
              Pinocho  se  encontró  con  el  Gato  y  el  Zorro,  quienes  hicieron  ver  que  andaban

              buscando a Pinocho. “¿Dónde te habías metido? ¡Te andábamos buscando! ¿Aún te
              quedan monedas de oro? ¡Ven! Vamos a sembrarlas al monte de los Milagros”. Y
              aunque  el  grillo  volvió  a  insistir  “No  te  dejes  engañar,  solo  quieren  tu  dinero”,
              Pinocho se fue con ellos.


              Llegaron  a  un  campo  de  labranza,  e

              hicieron  sembrar  a  Pinocho  las  4
              monedas que le quedaban - “Mañana,
              vendremos  aquí  y  recolectaremos
              todo  el oro  que  habrá crecido”  – dijo

              el  Zorro,  y  se  fueron  a  dormir.  Al
              despertarse,  el  Gato  y  el  Zorro  se
              habían  marchado  otra  vez.  Pinocho
              fue  al  campo  y  vio  que  no  había

              ningún  árbol  lleno  de  monedas,
              entonces  buscó  en  el  suelo  las
              monedas  que  había  sembrado.  ¡Y
              tampoco estaban! El Gato y el Zorro se

              habían ido con las monedas.


              Justo en ese instante, el Pavo le vio cavando en su campo, y le pareció que le quería
              robar sus semillas. Llamó a la policía y, por más que Pinocho suplicó, fue a la cárcel
              por robo.


              Por  suerte  el  guardián  de  la  cárcel  era  un  buen  hombre.  Pinocho  le  pareció  tan
              bueno  y  sincero,  que  no  dudó  en  que  había  sido  engañado  y  le  dejó  escapar.


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