Page 62 - Vida de San Agustín_Neat
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aunque fuera por un instante, en la posibilidad de que existe

                  algo más allá de este mundo.




                  Su nieto, el hijo de Agustín, era un jovencito que supo captar


                  la grandeza e importancia de la fe de su abuela. Era un joven

                  extraordinario, incluso más que su papá. En los diálogos que


                  estos  sostenían,  Adeodato  daba  muestras  de  una  gran

                  inteligencia;  su  papá  constantemente  exclamaba:  “¡qué

                  inteligente es!”.




                  ¡Qué dicha la de Agustín!, ser católico para el tiempo en que


                  su  hijo  murió.  La  fe  le  permitió  vivir  su  duelo,  desde  una

                  perspectiva  diferente  a  la  manera  cómo  vivió  el  duelo  del


                  amigo  en  su  juventud.  Incluso  con  un  talante  diferente  a  la

                  manera cómo vivió la partida de su madre. La muerte de su


                  hijo la entendió como un acontecimiento, eminentemente, de

                  fe.




                  Así  que,  vivían  en  aquella  residencia  de  jardín  amplio  y  en

                  ella investigaban las Escrituras y reflexionaban, como un día


                  lo  había  soñado  el  genio  Agustín;  solo había  una  cosa  a  la

                  que  este  le  temía,  vivir  sin  una  mujer.  Pensaba  que  era


                  incapaz  de  vivir  sin  tener  la  calidez  femenina  como






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