Page 31 - Gaceta Punto y Aparte covid 19
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noche anterior, le llegó una especie de luz. En su mente, de manera horizontal,
   caminaron algunas ideas y muchas otras imágenes borrosas que no les
   encontraba explicación, iban y venían. Sin poder dormir, había dado muchas
   vueltas por su propia pesadumbre. Hasta recordó las tantas noches en aquel
   bar mugroso que olía a cochambre y sus exquisitas botanas con mojaras fritas,
   enanas y huesudas. Y aquellas damas con tacones y de sonrisas inexpresivas,
   casi desnudas, que los atendían. Ni se diga las horas que pasó en los billares
   con el Carmelo y el Chaka.  Pero vino la pandemia y casi acabó con todo. El
   billar y el bar, de improviso, cerraron las puertas. A ninguno de esos sitios
   volvió a ir a pesar de que abrían de manera clandestina.  También la
   enfermedad corrió a los clientes que antes le compraban nieve afuera del
   Aurrera.  Todo cambió. Recordaba que la gente se volvió taciturna y de muy
   pocas palabras. Supo que La enfermedad se llevó las sonrisas, los abrazos y
   hasta las mentadas de madre. Algunos ahora, a media calle, se miraban entre
   ellos con miedo y otros con extraña compasión como si creyeran que el fin era
   inminente. Ahora ya ni se acordaban de ofenderse.
     A media mañana, aún seguía obsesionado. Sin saber si ganaba algo,  quería
   saber si el virus había sido creado por algún cerebro maligno. Pensó en los
   chinos y sin saber a cuál de ellos, tuvo ganas de ofenderlo.  Le dio más vueltas
   al asunto, llegó la tarde y quedó igual.
   Sin embargo, Reynaldo tuvo la lucidez suficiente para comprender que el
   virus era real. Su vecino Josué, según supo, tardó días esperando que lo
   cremaran. Ni siquiera pudo ir a dejar el pésame.  Sintió rabia contra aquel
   conocido que le dijo una vez que no hiciera caso, que eso del covid era
   mentira y que únicamente el gobierno quería controlar a la gente o que el
   cubre bocas era malo porque respiraban su propio aliento. Ahora comprendía
   que no debió de haber hecho caso a ciertas cosas que le decían. Ya era tarde. Lo que
   nunca entendió ni aceptó fue cuando las autoridades pedían que se quedara en casa.
   Era pobre. Iba al día.  O salía a vender sus nieves o no comían. Allá afuera, en el
   patio terroso estaba el bote donde se deshizo poco a poco la última carga de nieve de
   melón. Por primera vez, desde que había nacido, pensó es la posibilidad de la muerte.
   Sintió muchas ganas de llorar pero se aguantó.  Escuchó cuando su mujer, atrás de la
   puerta, preguntó con voz quebrada.
   -¿Es Covid, doctor?
   Más lejos la voz esquiva del médico.
   - Si señora. Lo más seguro es que sea covid y usted debe de cuidarse también. En
   caso necesario, vayan al hospital. Ya no me busquen a mí. Ni reciban ni visiten a
   nadie. Después vino el ruido de la puerta cuando se cerró. Y en la habitación, donde
   estaba la Virgen de Guadalupe, se hizo un silencio sórdido, roto solo por algunos
   suspiros ahogados. Después un alarido.
   - ¡No Dios mío, No!
                                                                     B. DUMA

                   Punto y Aparte. 16 años.       Pandemia  2020.     COVID-19
                                                                         31
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