Page 29 - REVISTA INFORMATIVA CORONAVIRUS (COVID-19)
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LA  VIRUELA



                  La viruela fue una enfermedad infecciosa grave, contagiosa y con un alto riesgo de muerte,
                  causada  por  el  virus Variola  virus.  El  último  caso  de  contagio  natural  se  diagnosticó  en
                  octubre  de  1977  y  en  1980  la Organización  Mundial  de  la  Salud (OMS)  certificó  la
                  erradicación de la enfermedad en todo el planeta. Sus principales características eran una
                                                           elevada tasa   de    mortalidad para    quienes
                                                           padeciesen  la  enfermedad,  de  alrededor  de  un
                                                           30%, con tasas especialmente elevadas en bebés y
                                                           las  cicatrices  por  todo  el  cuerpo,  y  en  algunos
                                                           casos ceguera, que dejaba a quienes sobrevivían.


                                                           Los   síntomas    iniciales   incluían   cuadros
                                                           de fiebre y vómitos, seguidos en días posteriores
                                                           de la formación de llagas en la boca y erupciones
                                                           cutáneas.  Al  cabo  de  unos  días,  las  erupciones
                                                           cutáneas se convertían en protuberancias cargadas
                                                           de  denso  líquido  con  un  característico
                                                           hundimiento en el centro. Con la evolución de la
                                                           enfermedad,  las  protuberancias  se  convertían
                                                           en pústulas y  después  en costras,  las  cuales  se
                  caían y dejaban las características cicatrices en la piel. La enfermedad se propagaba a través
                  del contacto de personas sanas con personas contagiadas o mediante el intercambio de objetos
                  contaminados con el virus responsable de la enfermedad. La principal vía de prevención
                  consistió  en  inocular  la vacuna desarrollada  contra  la  viruela,  mientras  que  para  su
                  tratamiento  una  vez  contraída  la  enfermedad  existían antivirales específicos,  aunque  de
                  efectividad escasa.


                  Se desconoce el origen de la viruela, pero existen evidencias de su existencia en una época
                  muy temprana, pues se han hallado restos en momias egipcias datadas del siglo III a.C. La
                  enfermedad  se  propagó  a  lo  largo  de  la  historia  a  través  de brotes periódicos:  en
                  la Europa del siglo XVIII se estima que unas 400.000 personas morían cada año por viruela
                  y un tercio de los supervivientes desarrollaba ceguera. Se estima que solo en el siglo XX, la
                  viruela mató hasta 300 millones de personas y a 500 millones en sus últimos 100 años de
                  existencia. En 1967, apenas una década antes de su último registro, se registraron 15 millones
                  de casos.

                  Parece  ser  que  en China alrededor  del  siglo  XVI  se  comenzó  una  forma  primitiva  de
                  inoculación  de  la  viruela  para  mitigar  sus  efectos.  Europa  adoptó  esta  práctica  hacia  la
                  primera mitad del siglo XVIII, pero no fue hasta 1796 cuando se creó la primera vacuna
                  moderna contra la viruela, gracias a Edward Jenner. En 1958, la Unión Soviética propuso a
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