Page 107 - Frankenstein
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pequeñecido hasta que su bondad y cariño re-
avivaron mis sentidos. Volví a ser la misma
criatura feliz que, unos años atrás, amando a
todos y querido por todos, no conocía ni el do-
lor ni la preocupación. Cuando me sentía con-
tento, la naturaleza tenía la virtud de propor-
cionarme las más exquisitas sensaciones. Un
cielo apacible y verdes prados me llenaban de
emoción. Aquella primavera fue verdadera-
mente hermosa; las flores de primavera brota-
ban en los campos anunciando las del verano
que empezaban ya a despuntar. No me impor-
tunaban los pensamientos que, a pesar de mis
intentos, me habían oprimido el año anterior
con un peso invencible.
Henry disfrutaba con mi alegría y compartía
mis sentimientos. Se esforzaba por distraerme
mientras me comunicaba sus impresiones. En
esta ocasión, sus recursos fueron verdadera-
mente asombrosos; su conversación era anima-
dísima y a menudo inventaba cuentos de una
fantasía y pasión maravillosas, imitando los de