Page 293 - Frankenstein
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ñas y todas las maravillas con las cuales la na-
   turaleza adorna sus lugares predilectos.
     Habíamos llegado a Inglaterra a principios de
   octubre y ya estábamos en febrero, de modo
   que decidimos emprender nuestro viaje hacia el
   norte a finales del mes siguiente. En este viaje
   no pensábamos seguir la carretera principal a
   Edimburgo, pues queríamos visitar Windsor,
   Oxford, Madock y los lagos de Cumberland,
   esperando llegar a nuestro destino a finales de
   julio. Embalé, pues, mis instrumentos químicos
   y el material que había conseguido, con la in-
   tención de acabar mi tarea en algún lugar apar-
   tado de las montañas del norte de Escocia.
     Dejamos Londres el 27 de marzo y nos que-
   damos unos días en Windsor, paseando por su
   hermosísimo bosque. Este paisaje era comple-
   tamente nuevo para nosotros, habitantes de un
   país montañoso; los robles majestuosos, la
   abundancia de caza y las manadas de altivos
   ciervos constituían una novedad para 'nosotros.
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