Page 291 - Frankenstein
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resultaba molesta; cuando me encontraba solo
podía dejar vagar mi imaginación hacia cosas
agradables; la voz de Henry me apaciguaba, y
así llegaba a engañarme y a conseguir una paz
transitoria. Pero los rostros gesticulantes, ale-
gres y poco interesantes de los demás me volví-
an a sumir en la desesperación. Veía alzarse
una infranqueable barrera entre mis semejantes
y yo; barrera teñida con la sangre de William y
Justine; y el recuerdo de los sucesos relaciona-
dos con estos nombres me llenaba de angustia.
En Clerval veía la imagen de lo que yo había
sido; era inquisitivo y estaba ansioso por adqui-
rir sabiduría y experiencia. La diferencia de
costumbres que advertía era para él fuente in-
agotable de enseñanza y distracción. Estaba
siempre ocupado; y lo único que empañaba su
felicidad era mi abatimiento y pesadumbre. Yo,
por mi parte, intentaba disimular mis senti-
mientos cuanto podía, a fin de no privarle de
los lógicos placeres que uno siente cuando, libre
de tristes recuerdos y agobios, encuentra nue-