Page 63 - Un poeta con dos ruedas : cuento para los 11 años de edad y sus alrededores
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—No        sé  si   alguien     lo   ha   dicho     ya;    pero     yo   lo

                     diré    siempre:       si  nuestra     América        tiene    el   título    de
                     Nuevo       Mundo,        su   novedad,        sus   nuevos       adelantos,

                     deben     percibirse       en   las   fábricas     como      en   el  campo,

                     en   las   ciudades       como     en   los   pueblos.       Da    gusto    ver

                     cómo     la  agricultura        va   aumentando         sin   cesar;     y  eso

                     puede      deberse      a   los   avances       de   la   mecánica.         Por

                     consiguiente,        y  ya   que    con    la   ayuda      de   Lupito      dis-

                    pongo      de   algún      dinero     más,     voy    a  comprar        maqui-
                    naria     agrícola,      gracias     a  la   cual,   y   con   más     descan-

                    so   para     mí,    se  notará      en   nuestro      terreno     una     gran

                    mejoría.

                          Aquellas       palabras       del    padre      llenaron       de   satis-

                    facción      a  toda   la  familia;      y  fue   la  mamá       quien     dijo:

                          —Todo        te  lo  mereces,      porque      tú  y  el  niño    habéis

                    trabajado        sin   cesar.     Pero     ahora     se   me    ocurre      una
                    pregunta:        ¿y   qué    vas    a  hacer     con    los   bueyes?

                          —Venderlos           •—respondió         el   agricultor—.          Real-

                    mente,     "Tambor"         y   "Pandero"         ya   han    sido    bastante

                    aprovechados           en   vida.     Ha    llegado      el   momento         de

                    aprovechar         sus   pieles    y  su   carne.

                          Como       es  natural,      Lupito       se   impresionó         honda-

                    mente      al   escuchar       tales    palabras...          y   guardó       si-

                    lencio.























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