Page 60 - Un poeta con dos ruedas : cuento para los 11 años de edad y sus alrededores
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                   REALIDAD             —    Pero     cuando       lo   iba   a   firmar      para

                   que    en   la   Luna      supieran      su   nombre,        empezó       a  oír

                   gritos:

                         —Lupitooo!. .             ¡Lupitooo!. .
                                              .
                                                                      .
                         Puso     atención.      .  .  y  reconoció       tres   voces:     la   de

                   su   mamá,       la  de    su  papá     y   la   de   Luchi,     su   linda     y

                   tierna     hermanita;        aunque       ésta   apenas      podía      gritar,
                   porque      la   angustiosa       preocupación          ahogaba       sus    pa-

                   labras.     ¡Qué     terror     la   había     producido        eso    de   que

                   no   supieran       dónde      estaba     su  hermano !

                         —¡Aquí         estoy!     •—exclamó          el   muchacho         desde

                   su   lejanía.

                         Cuando        llegaron      los    tres,    o,   mejor      dicho,     los

                   cuatro,      porque       también       venía     el   borriquito         "Cor-
                   netín"     con    ellos,    se  encontraron         aquel     verso     escrito

                   en   el  suelo,    que    se  leía   perfectamente          a  la  luz    de   la

                   Luna,      aunque      por    su   tamaño       costaba      algún     trabajo

                   alcanzarlo.

                         Como      es   natural,      su   papá      le  reprendió        porque

                   la   madre      y   la   hermanita        estaban       asustadísimas          al

                   ver   lo   que    tardaba      en   regresar.      Pero,    claro    está,    no

                   le  regañó      demasiado,         porque      tampoco       aquel     campe-
                   sino,    de    tan    escasos      estudios      cuando       fue    niño,     se





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