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Como hay 100 sumandos, la suma de esas dos series de nú-
                    meros sería 10100, y como hay dos sumas, en definitiva la suma
                    de los 100 primeros números valdría:


                                           100 · 101 = 050.
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                        Se había dado cuenta de que la primera cifra (uno) y la úl-
                    tima (cien) sumadas daban la misma cantidad (ciento uno) que la
                    segunda y la penúltima, y el razonamiento se podía proseguir sin pro-
                    blema, osea, 1+ 100=2+99 =3+98= ... =50+51 = 101, con lo que tenía
                    50 parejas de números que sumaban 101 y cuyo producto es 5050.
                        Como veremos en el siguiente capítulo, la suma de grandes se-
                    ries de números tuvo gran interés para los matemáticos del siglo xvrr.
                        Aunque las anécdotas en la vida de Leibniz no son tan llama-
                    tivas,  también hay autores que lo consideran un niño prodigio.
                    A la edad de dos años, trepó a una mesa alta mientras estaba al
                    cuidado de una tía y, de pronto, perdió el equilibrio y cayó desde
                    una altura considerable, tenninando sentado en el suelo, sin nin-
                    gún daño y riéndose del lance. Su padre pensó que estaba prote-
                    gido por los cielos y envió inmediatamente un emisario a la iglesia
                    para que se dieran gracias al terminar el servicio. Seguramente su
                    padre pensó que ese detalle era una muestra de que su hijo estaba
                    respaldado por la providencia, y por tanto predestinado a hacer
                    grandes cosas. No se equivocaba.





                    NACE EL GENIO

                    El 1 de julio de  1646 vino al mundo Gottfried Wilhelm Leibniz
                    en la ciudad alemana de Leipzig, en el estado de Sajonia, uno de
                    los principales centros comerciales de Europa desde el siglo XII.
                    Esta ciudad era famosa por su gran cantidad de talleres de im-
                    prenta, hasta el punto de que llegó a competir con Frankfurt en el
                    siglo XVIII en el arte de la impresión, de modo que se podían conse-
                    guir buenos libros con relativa facilidad.





         18         EL DISEÑADOR DE CALCULADORAS
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