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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  En Bancard perdió la inocencia, cambió ese “estado del alma limpia de culpa”, como define el término la Real Academia Española, y se abrió a la vida, a la adultez. Dejó de estar atrapada en su propio mundo, en sus límites. “Aprendí a conocer cómo funciona el tema laboral, no tenía idea cómo era y qué implicaba. Descubrí cómo desenvolverme fuera del ámbito estudiantil y familiar para interactuar con distintas personas a nivel profesional. Fui entendiendo que sí es posible tejer distintos tipos de relaciones y, lo más importante, crear nuevas realidades. Comprendí que había tanto por hacer y progresé, haciendo; logré conocimientos valiosísimos del sistema financiero, que ignoraba, porque en la universidad los antecedentes que te proporcionan son muy básicos. Adquirí la competencia del liderazgo, de trabajar en equipo, de diseñar estrategias, entre otros tema”, señala con la profundidad que la caracteriza.
Es verdad que la fascinación que ejerció Bancard sobre ella se debió a que fue su primer trabajo, pero también al hecho de que le correspondió ingresar a trabajar justo en un momento estelar en el desarrollo del país. En un período único y excepcional de crecimiento y consolidación del sistema financiero nacional, como nunca antes se vivió en Chile.
Sin saberlo, en ese entonces, le correspondió ser una protagonista clave, una de las arquitectas relevantes que logró lo que muchas políticas estatales no pudieron: mediante las tarjetas de crédito aportar ciertos grados de redistribución del ingreso y un reparto más o menos equitativo del bienestar y de la abundancia entre las grandes masas.
Susana Tonda, considerada en su momento por los principales empresarios del país como “la ejecutiva más preciada del mercado”, asumía su puesto de trabajo justo cuando el sistema financiero chileno lograba, finalmente, madurar e incluso servir de ejemplo para el mundo, por su sólida regulación, sus privatizaciones y su capitalismo popular, después de sobrevivir a una verdadera hecatombe.
Doce años antes de su llegada a Bancard, prácticamente todos los bancos nacionales eran estatizados y pasaban al poder de la Corporación Chilena de Fomento, (CORFO), que intervenía 14 entidades de la mayor importancia y, muy pronto, casi la totalidad del sistema financiero, de modo que el control crediticio quedaba todo en manos del Estado.
Tras la llegada del Gobierno militar, durante 1976, se re-privatizó todo el sistema y 13 bancos volvieron al sector privado. Pero las cosas no fueron tan fáciles, ya que entre 1981 y 1983, el Estado volvió a liquidar cerca de 20 bancos y financieras, correspondientes a los privatizados en 1976. La situación fue consecuencia de un mal manejo económico, pero más que nada a la crisis de la deuda latinoamericana, lo que hizo que en 1982 el Producto Interno Bruto del país se desmoronara bruscamente.
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