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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
Un Liderazgo Carismático
Todavía Susana Tonda no tenía plena conciencia —la tuvo, según reconoció, recién en su trabajo en el Hogar de Cristo— del poder de su liderazgo, que poco a poco iba mostrándose como una dirigencia que los expertos denominan transformacional, propia de un líder carismático. El cambio se inició en Bancard y explotó en Banefe, para madurar en LAN y culminar en el Hogar de Cristo.
Susana Tonda posee un estilo de liderazgo que, sin lugar a dudas, ejercen personas bastante especiales, ya que se caracteriza por proveer de amplios espacios para el desarrollo de sus propias emociones y las del personal. Es un tipo de guía que se cambia a sí mismo y al resto en un proceso ascendente, en busca de la meta de largo plazo establecida, y logra de ella y de cada uno de los miembros de su equipo mucho más de lo que jamás nadie se imaginó.
Reúne varias características de líder carismático, esa mezcla de sensibilidad social y de personalidad fuerte y dominante. Muy influyente en su entorno; con una gran seguridad en sus propios valores éticos y morales, que no sólo la hacen muy competente en las tareas a las que se aboca, sino que despierta gran confianza y genuino afecto entre sus pares y empleados a su cargo. Y esto, porque los lleva siempre hasta su máximo potencial, con un obvio control de gestión, pero con gran libertad y les da una razón para avanzar, una visión y sentido de misión.
Ella va generando una asociación por afectos al proyecto, donde ella también termina cazada, inevitablemente involucrada, para bien o para mal.
De ahí que los líderes carismáticos como ella cambian a las personas y se transforman ellos mismo, porque, entre otras consideraciones, ven el trabajo como una expresión y extensión de ellos mismos.
Tal vez por eso fue que Susana Tonda lloraba un mar de lágrimas al vender Bancard: estaba demasiado comprometida con el proyecto y, aunque juró nunca más volver a hacerlo, tropezó de nuevo con la misma piedra con Fincard. Dos años más tarde, por falta de financiamiento, también tuvo que vender.
El primer comprador sería el Banco de Chile, pero la Superintendencia no lo autorizó, porque tenía deuda subordinada, hasta que llegó una segunda opción, el Banco Santander, una negociación agonizante, que se prolongó por tres largas semanas.
Ese fue un segundo gran golpe para Susana Tonda, que una vez más, sin darse cuenta, se había aferrado al proyecto. “En la noche previa a la transacción final, trabajamos sin detenernos y firmamos en la mañana. Fue muy duro ver cómo se me iba todo mi equipo...”, una sensación desgarradora, porque abandonaba todo el grupo que ella formó, inspiró, motivó, otorgó consideraciones individuales,
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