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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  político y asesor del Presidente Lagos, Ernesto Ottone, tenía la misión de observar el clima que se vivía dentro del Ejército. Y de los encuentros que sostuvo este funcionario con miembros de la institución surgió la idea de incinerar el cuerpo del general para evitar la profanación de su tumba y descartar la posibilidad de enterrarlo en la Escuela Militar.
Hacia fines del gobierno de Ricardo Lagos fue quedando en claro que los funerales del general Pinochet no serían desde ningún punto de vista los de un ex Jefe de Estado; que sólo se le reconocería su condición de ex comandante en jefe del Ejército, que, por lo demás, era un cargo que le asignó el propio Salvador Allende, como sostenía incluso la izquierda más dura.
En lo que todavía no se lograba ningún avance era en qué autoridad del Gobierno participaría en la ceremonia, y si habría o no duelo oficial.
Pero en 2004 el escenario volvió a cambiar, porque en junio de ese año estallaba el escándalo del caso Riggs que permitió descubrir cuentas secretas del general en el extranjero, lo cual despertó dudas sobre su verdadero patrimonio.
En ese momento, Bachelet había dejado el Ministerio de Defensa para asumir como precandidata presidencial, por lo que las conversaciones frente a un eventual desenlace quedaron a cargo del nuevo titular de la cartera, el demócratacristiano, Jaime Ravinet, quien señalaba que, a esas alturas, “la figura de Pinochet perdía progresivamente influencia, incluso dentro del Ejército”. Y si bien la derecha insistió en un funeral de Estado, y se alzaron voces para exigirlo, como el entonces presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín, quien criticó que “se optara por ignorar que ese personaje pasó por la historia de Chile”, una vez que Bachelet asumió la Presidencia, no perdonó.
La Jefa de Gobierno descartó toda posibilidad de duelo oficial y cualquier concesión en ese sentido, porque “Chile no puede olvidar”, como afirmó en una ceremonia en que recibió el informe del Consejo Asesor Presidencial para la calidad de la Educación a principios de 2006. Fue allí cuando expresó: “No voy a eludir en este momento que yo tengo un concepto muy formado acerca de un período doloroso, dramático, complejo que vivía nuestro país. Tengo memoria, creo en la verdad y aspiro a la justicia”, enfatizó.
Para Bachelet el tema de la muerte de Pinochet era un acontecimiento complicado y personal y no pensaba dar su brazo a torcer frente a ese tema. Era la primera mujer Presidenta de Chile y haría sentir su autoridad, no sólo sobre el tema que había desvelado a tantos Gobiernos anteriores, el funeral de Pinochet, sino que también respecto de un tema más urgente tras asumir el poder, la formación de un gabinete paritario, que mucho le preocupaba. Entonces, en los instantes en que estructuraba su Gobierno, le pidió a todos los partidos políticos
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