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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
proyectos similares para el agua potable en diversos países, lo que la llevó a un contrato definitivo con el BID y fue especializándose en su tema favorito, proyectos de energía.
“Viajé por toda América Latina, no de turista, sino que yendo a terreno, conociendo las verdaderas entrañas del país, porque obviamente los proyectos de energía no están en las ciudades, estaban muy lejos. Había que meterse en los recodos y rincones, sobre todo en ese entonces cuando las comunicaciones no eran buenas como ahora. Uno literalmente se perdía por el mundo por tres semanas”.
Recuerda de esa época su experiencia en el Complejo Hidroeléctrico Yacyretá- Apipé, un conjunto de obras civiles realizadas entre Argentina y Paraguay, sobre el curso del río Paraná, cuya principal finalidad era la transformación de la energía hídrica en energía eléctrica.
“Fue un muy mal proyecto, gigantesco. Yo trabajé en él como economista, acompañada de un encargado de finanzas y un ingeniero, que hacíamos los informes correspondientes para que el banco decidiera si prestaba o no las sumas que pedían los Gobiernos, algo de mucha responsabilidad”, agrega. La represa fue muy criticada, por el impacto ecológico y económico.
En Neuquén trabajó también en varias centrales hidroeléctricas y en un gasoducto para hacer el análisis económico a fin de decidir si convenía o no financiarlo y si representaría un mayor bienestar para la sociedad. “Yo estaba feliz porque había logrado un trabajo que combinaba lo social con lo económico, con lo que se podía conseguir la justicia que tanto buscaba en el mundo. Vivía muy contenta, con pocas ganas de regresar a Chile, porque sabía que de retornar perdería todo mi progreso profesional y la posibilidad de continuar aportando como lo estaba haciendo”.
Otros proyectos que recuerda con interés y cariño son el de distribución de energía en Uruguay; de perforación para encontrar gas en Bolivia; las centrales hidroeléctricas de Ecuador y diversas obras en Costa Rica, El Salvador y Honduras. “Toda esa actividad profesional me fue muy útil para cuando llegué a Chile. Tenía una base firme y sólida sobre el tema energético; me fui especializando, pero en electricidad más que en petróleo. Siempre, de chica, me gustó ese rubro, porque tenía conciencia de que la energía movía al mundo, en todo. Mi papá, de muy niña, me lo hizo ver. Cada vez que me encuentro con fanáticos ambientalistas que buscan detener proyectos energéticos, me digo a mí misma, pero en qué están pensando, si finalmente somos energía, dependemos de ella. La gente no se da cuenta, no la visibiliza, sin energía no hay vida”.
Cada vez que volvía de visita a Chile, sentía una sensación de opresión,
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