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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
Nacional, Odeplan, para hacerse cargo del aspecto social y de la pobreza en Chile. Regresó al país, y al poco tiempo fue nombrado ministro director de ODEPLAN, una tarea que siempre le agradó por su componente humano.
Y es ahí donde empalma con Patricia Matte. “Yo renuncié al trabajo de las encuestas de la Secretaría General de Gobierno cuando Miguel Kast me convenció de que me fuera a trabajar con él en el Mapa de la Extrema Pobreza, que ya se había confeccionado y cuyo análisis y conclusiones resultaban muy interesantes, únicas, porque nunca antes se había realizado una tarea así. Trabajé 10 años en ODEPLAN, en medio de un grupo de gente joven, al menos 10 años menor que yo, personas increíbles, que venían llegando de estudiar Economía en Chicago, con ideas y prácticas maravillosas. Yo tenía 34 años, pero en definitiva todos éramos jóvenes, entusiastas y apasionados por nuestro trabajo. Tanto, que de ahí salieron las reformas previsional, educacional, laboral y, entre otras cosas, los principales programas sociales que todavía se aplican en Chile. Hacíamos un trabajo excepcional gracias a los instrumentos para aplicar a las políticas públicas traídos por Miguel Kast de Chicago”.
Increíblemente, lo que podría darse por descontado no lo era. Evaluar cada programa constituía una genuina novedad en el Chile de entonces, porque nunca antes se había realizado. Y eso era importante, porque formaba parte del estilo de trabajo que se mantuvo en el tiempo: había que demostrar lo prioritario que resultaba invertir en un determinado ítem social, de lo contrario no se asignaban los fondos. Gracias a este principio, se fue creando una cultura de la evaluación.
Los resultados del Mapa de la Extrema Pobreza eran aplastantes. Más del 40 por ciento de la población se encontraba en situación gravemente carencial, tanto que los mismos economistas de ODEPLAN, como los de otras reparticiones del Gobierno militar, convocaron al doctor Fernando Monckeberg, creador en ese entonces del Instituto de Tecnologías de Alimento en la Universidad de Chile, para implementar programas que permitieran combatir el peor flagelo del país: en 1974 la desnutrición infantil afectaba al 16 por ciento de la población menor de seis años, mientras que la mortalidad para ese grupo etáreo era de 64 por mil.
“El doctor Monckeberg nos persuadió de que si no librábamos esa batalla, jamás progresaríamos como país, y nunca podríamos dar el salto al desarrollo, lo cual nos llevó a crear e incorporar sus planteamientos en el Programa Nacional de Alimentación Complementaria, porque el medio litro de leche de Allende simplemente no bastaba. Había que darles leche enriquecida a los niños, suplementada con otros alimentos y proteínas”.
Fue un programa como pocas veces se llevó a cabo en Chile. Se implementó una política de Estado en ese sentido y se operó a través de toda la infraestructura
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