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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
componentes del programa. Por eso es que me da pánico cuando ante problemas de esta naturaleza simplemente se dice ‘deben aumentarse los jardines infantiles’. Las mamás son muy sabias; por algo los jardines infantiles están vacíos en los sectores populares pobres. Ellas saben que los hijos no tendrán la atención que les corresponde, prefieren dejarlos con la abuela, con su tía, antes de entregarlos a un lugar donde no les entregarán el cariño, la estimulación que requieren. El trabajo, dentro del sistema educacional, debe abarcar más: tenemos que unirnos a las madres, integrarlas, hacer que vayan con sus hijos, tenemos que actuar con la familia”.
Es verdad que los últimos acontecimientos tendieron a frustrarla un poco: la reciente ley de educación, el término del copago y otros acontecimientos dentro del sector. Tal vez por eso decidió renunciar a la presidencia de la SIP y quedarse solamente en el directorio de la organización educacional.
Con emoción siente que ya cumplió a cabalidad la misión que, de alguna manera, le legaron sus antepasados y que ahora debe delegar en las nuevas generaciones.
“Me encuentro en todas partes con alumnos de la SIP y eso es tan gratificante... Recientemente estuve, por ejemplo, en el lanzamiento de un informe de sustentabilidad en el banco BICE y me encontré con un grupo de siete niños que forman parte de una Filarmónica, de una de las escuelas que tenemos al lado del que fuera uno de los campamentos más grande de Santiago, el Campamento San Francisco, en San Bernardo. En el grupo hay una niñita que la vengo siguiendo desde los 11 años. Hoy día está en segundo año del Conservatorio Musical de la Universidad de Chile, donde estudia para ser cantante de ópera. Se llama Francisca Henríquez y durante todo el primer año la SIP la apoyó en su carrera. Esas son las cosas que me hacen llorar, aunque llorar internamente, para que nadie se dé cuenta y para que la gente no se sienta incómoda. Su evolución es un resumen de todo lo que la SIP ha hecho por la infancia y juventud de este país”, expresa con los ojos algo humedecidos.
Pero no es el único caso. En el último aniversario del Colegio Los Nogales se reunió a un grupo de ex alumnos que contaron lo que fue su vida. Entre ellos, había dos estudiantes de ingeniería comercial en la Pontificia Universidad Católica y uno de Medicina, en la misma casa de estudios. Otro joven, el hijo de un obrero especializado, se disculpó, por medio de una carta, por estar ausente ya que se encontraba en Estados Unidos, estudiando un MBA en la Universidad de Duke. “En esa oportunidad, todos dieron a conocer el significado de estudiar en el Colegio Los Nogales. Incluso se refirieron a ciertas frases de algunos discursos míos, dichos durante las ceremonias de graduación, que señalaban, por ejemplo, que ‘cualquier niño que tenga un sueño lo puede cumplir’, una frase que, a algunos, se les quedó grabada por siempre y que ha sido un motor en sus vidas. Todos estos testimonios te van indicando que no nos equivocamos, que ese es el camino, la senda por la que hay que transitar, pero para seguir hay que querer mucho a este país y estar convencido de lo maravillosa que es esta tierra”, expresa con firmeza.
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