Page 251 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
P. 251
Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
estaba el secretario de Estado soviético que comenzó a discutir abiertamente con Schmidt, ante los confundidos camarógrafos de la Deutsche Welle y de otras cadenas de televisión, que intentaban registrar una parte del encuentro.
Horas antes, su homólogo, el ministro de Relaciones Exteriores alemán Hans-Dietrich Genscher, dejaba en claro que Alemania apoyaría los planes de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) en una próxima reunión que se realizaría en Bruselas, donde se votaría una moción presentada por el propio canciller Schmidt que buscaba instalar, por primera vez en la historia, cohetes norteamericanos en varios países del Viejo Continente, a fin de contrarrestar la proliferación de las armas atómicas que los soviéticos venían propiciando desde principios de los 70.
“Esto es inadmisible”, decía Gromyko fuera de sí. “Esa postura sólo empeorará las perspectivas de un mayor progreso de la détente”, gritaba, furioso, mientras se desentendía del hecho de que la URSS incrementaba, año tras año, el despliegue de los denominados misiles SS-20 en los países del Pacto de Varsovia. Hasta ahí Occidente lo toleró, pero en 1977 instaló el nuevo misil, denominado MIRV (Vehículos de Reentradas Múltiples Dirigidas Independientemente) que tenía alcance medio, inferior a cinco mil 500 kilómetros, cuyo único propósito era atemorizar a Europa con una posible guerra atómica limitada, en la que según los cálculos soviéticos, Washington no se atrevería a intervenir.
Los SS-20 poseían tres cabezas nucleares, cada una de las cuales sextuplicaba el potencial de la bomba lanzada por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki. En ese año, la Unión Soviética, pese a su particular concepto de la détente, terminó instalando entre 179 a 200 de esos misiles y en 1981, los aumentó a alrededor de 300.
Mantener esa situación para el canciller Helmut Schmidt era impensable, pese a los lazos y afinidades naturales que mantenía con el Gobierno de Moscú; por algo le había propuesto a la Organización del Tratado del Atlántico Norte lo que se denominó más tarde como la “doble decisión”. Esto consistía en que si no se alcanzaba un acuerdo con la URSS sobre la retirada de los SS-20, la OTAN desplegaría en diciembre de 1983, 572 misiles norteamericanos de alcance intermedio (Pershing y Cruise) en Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, Italia y, por supuesto, en Alemania. Más tarde, la iniciativa de Schmidt le dio pie al Presidente Ronald Reagan para formular la “Opción Cero”, es decir, la retirada de los SS- 20 a cambio del no despliegue de los Pershing y Cruise norteamericanos. Nunca pensó Schmidt que la maniobra sería el principio del fin del Telón de Acero, de la URSS y del marxismo tal como se le conocía hasta esa época.
El encuentro entre Gromyko y Schmitd fue un desastre. Imposible hacer entrar
251