Page 263 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
ondulado, sin una gota de tintura y de una descuidada belleza natural.
Cuando llegó el momento del Bachillerato obtuvo un puntaje excepcional, el máximo eran 35 puntos y ella logró 32 y, por lo mismo, según los cálculos de su padre, ella era segura candidata para estudiar Leyes en la Pontificia Universidad Católica, pero Ximena Abogabir, siempre fiel a sus convicciones, aun siendo tan joven, optó por Periodismo, pero no en la protegida Pontificia Universidad Católica, sino que en el, para algunos, temible Pedagógico de la Universidad de Chile, porque “estaba decidida a vivir en el mundo real”.
Y con ese bagaje de libertad y seguridad en sí misma, gracias a un padre que siempre la impulsó y la apoyó, inició sus estudios universitarios en 1966.
Le tocó vivir en Chile las consecuencias del “mayo del 68”, de París, esa cadena de protestas en Francia iniciadas por grupos estudiantiles contrarios a la sociedad de consumo, a los que posteriormente se unieron obreros industriales, sindicatos y el Partido Comunista. La magnitud de las manifestaciones, que estallaron cuando la economía perdía fuerza después de una década de prosperidad, no tuvo precedentes y reverberó en todo el mundo universitario de la época y en el Pedagógico chileno, “también las reuniones, las clases terminaban a pistoletazos porque se trataba de una generación dañadísima”.
Así y todo, Ximena Abogabir sostiene que: “Fue un período maravilloso, fascinante; ahí me relacioné con una generación desconocida. Por ejemplo, el primer día que llegué a la universidad, como evento de recepción, rendían un ‘homenaje’ a la menstruación, consistente en colocar una hileras de blue jeans, manchados con sangre a vista y paciencia de todos...”. Y aunque parecía muy progresista para la época, Ximena Abogabir confesó que incluso en ese entonces “me pareció extrañísima la actitud, fuera de todo lo que yo acostumbraba”.
En la mitad de su carrera, en 1969 se casó con el que pensó que sería el amor de su vida, un ingeniero con quien tuvo tres hijos Juan Carlos, Gonzalo y Ximena y con quien, por motivos de trabajo de él, se trasladaron a vivir a la Quinta Región, donde ella terminó sus estudios en la sede de Valparaíso de la Escuela de Periodismo. La vida universitaria de la época era un reflejo de las circunstancias del país: una etapa de gran confusión política, escaso estudio y muchas huelgas. Poco antes del golpe de Estado de 1973, la familia regresó a Santiago, a vivir en la mansarda de los suegros.
Debido a su falta de afinidad con el Gobierno militar, Ximena Abogabir no pudo desempeñarse en ningún medio de comunicación tradicional, pero a cambio aceptó un trabajo que consistía en enseñar redacción comercial y relaciones públicas en la empresa Manpower. “Hacía varios cursos y uno de los mejores era el de relaciones humanas. Me contrataron para que desarrollara
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