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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  Es y era una de las universidades más importantes del mundo. Durante su período de estudio, Lola Hoffmann coincidió y compartió con importantes personajes como Edmund Husserl, Martin Heidegger, Richard Wilhelm y Carl Gustav Jung.
Ya recibida como médico fisióloga decidió especializarse en glándulas suprarrenales y viajó a Berlín, una capital en decadencia extrema. La Universidad de Berlín (hoy Universidad Humboldt), donde comenzó a estudiar, se convirtió en un importante centro intelectual en Alemania, Europa y el mundo, entre 1914 hasta 1933. De hecho, Albert Einstein saltaba a la fama pública precisamente durante ese período en la capital alemana y era galardonado con el Premio Nobel de Física en 1921.
De acuerdo con el Partido Nazi, Berlín era un bastión de izquierda y la llamaban “la ciudad más roja de Europa, después de Moscú”. Los disturbios callejeros entre grupos nacionalsocialistas y comunistas eran el pan de cada día.
La joven Lola no sólo vivió la efervescencia de ese período, los llamados “años locos”, sino que también le tocó un Berlín sufriente y enfermo: los efectos de la Primera Guerra Mundial fueron horribles y, tal vez por pudor germano, poco conocidos.
Berlín era una ciudad triste, que aparentaba una alegría desbordante, pero falsa; la desesperación por comer prostituyó a muchos, con graves consecuencias de enfermedades venéreas, como la sífilis y la gonorrea, que se esparcían por la ciudad a un ritmo descontrolado.
En paralelo, la delincuencia crecía exponencialmente y convirtió a la capital alemana en el centro del tráfico de drogas, cocaína, heroína, tranquilizantes, todo lo cual terminó, en gran parte con el surgimiento del nacional socialismo en 1933.
Ese era el clima que existía en Berlín cuando Lola ingresó a la Universidad y conoció al hombre que cambiaría su vida para siempre, al destacado médico chileno Franz Hoffmann, con quien se casó y con quien se radicó en Chile a principios de la década de los 30. El amor, literalmente, la salvó del holocausto judío que vendría con la Alemania Nazi.
Lola Hoffmann aprendió el español de manera rápida. Tuvo dos hijos y muy pronto se adaptó al país, al punto que comenzó a trabajar junto a su marido en el Instituto Bacteriológico y luego en el recientemente creado Instituto de Fisiología de la Universidad de Chile. Pero a los 46 años se derrumbó, cayó en una profunda depresión; su vida comenzó a dejar de tener sentido y decidió volver a Europa. Allí, en un intento por salir de su enfermedad, se interesó por el mundo de la psiquiatría y comenzó a especializarse en esa área durante dos años. Regresó a
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