Page 38 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
   GESTORA PÚBLICA
Desde el Servicio Nacional
de la Mujer, cargo que le ofreció el Presidente Patricio Aylwin, luchó por mejorar
el nivel de vida de sus conciudadanas. Gracias a sus trabajos anteriores en la ONU conocía las debilidades de
las mujeres de la región y su excesiva marginación.
Su marido, Gutenberg Martínez fue quien más
la impulsó a asumir ese primer cargo público.
MARIDO TALENTOSO
Soledad Alvear nunca dejará de agradecer la forma en que su esposo la apoyó, incluso en detrimento de él mismo. “Jamás conocí a una persona más talentosa que él en lo político y así y todo me
dejó a mí el lugar”, expresa, conmovida, la ex ministra.
se equivocan, surge el oportunismo, la corrupción y se olvidan los elementos de valor más duraderos.
Es probable que por eso se haya diferenciado en cada una de las posiciones que ocupó en su vida pública Soledad Alvear, en el Ministerio de Relaciones Exteriores, en el Ministerio de Justicia, en la Secretaría Nacional de la Mujer, como precandidata presidencial y finalmente como senadora, sin descontar la batalla frontal que dio por el triunfo del No, —donde comenzó a foguearse desde el punto de vista político— y también por su lucha contra la ley de despenalización del aborto.
Durante gran parte del Gobierno militar, Soledad Alvear, que perteneció desde los 17 años a la Democracia Cristiana, fue jefa de célula; es decir, una vez a la semana en su casa se reunían los miembros del partido para conversar, analizar y establecer cursos de acción para mantener algún grado de vigencia y, al mismo tiempo, observar el accionar de la Administración Pinochet.
Cuando surgió la posibilidad del plebiscito nacional en 1988, de inmediato comenzó a trabajar intensamente recorriendo el país, con la misma fuerza que desplegaría más tarde en las secretarías de Estado donde le correspondió servir, coordinando a los miembros del partido, con mucha esperanza. Durante todo el tiempo, en su calidad de jefa de célula, tuvo, junto a otros dirigentes, que contener a su partido para que se evitara cualquier aventura violentista y que todo se canalizara por la vía pacífica. El único camino, compatible con los principios de su partido, era ganar el referéndum.
“Todo esto ocurrió gracias a Juan Ignacio García, quien abrió los registros electorales; gracias a la venida del Papa Juan Pablo II que dejó las condiciones abonadas y a Pinochet
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