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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  y le propuso trabajar en lo que sería el futuro Ministerio de la Mujer, fundando primero el Servicio Nacional de la Mujer, un cargo para el cual Patricio Aylwin consideraba que ella era la indicada, ya que durante varios años, en medio del Gobierno militar, trabajó para entidades internacionales, como la Organización de Naciones Unidas, ONU en el tema de la mujer y la familia.
Trabajar con Aylwin, un Lujo
“La verdad no me lo esperaba; me compliqué mucho, porque mis tres niños eran todavía chicos y trabajaba media jornada, algo que me acomodaba perfecto en ese momento, porque me gustaba ejercer en la mañana en un estudio de abogados que tenía con mi marido y otros profesionales y luego en la tarde estar con ellos. Recuerdo que al más chico le ponía un corralito mientras yo atendía distintos asuntos en mi escritorio; así abordaba las dos cosas al mismo tiempo”, comenta.
Tenía todo bien armado, y vivía una vida feliz. Pero, por otro lado, le resultaba imposible negarse ante la oferta de Patricio Aylwin, porque la entusiasmaba y la llenaba de energía: después de todo era un desafío muy atractivo.
“Para mí Patricio Aylwin fue un gran líder, un referente por su coherencia entre su vida pública y privada; austero, sobrio, íntegro, siempre con sus mismos bienes materiales, la misma casa, nunca aprovechando el momento político, todo el tiempo buscando el bien común. Trabajar con ese Presidente fue un lujo. En lo personal, de excelente trato. Recuerdo cuando nos invitaba a su casa de Algarrobo, nos esperaba con el pisco sour listo; se levantaba de la mesa para traernos él mismo el plato de pescado; nos decía que no nos moviéramos, que nosotros éramos los invitados. Un hombre bueno, que pertenecía a una generación de gente sencilla, era una persona que cuando se te enfermaba un hijo, te llamaba por teléfono, hacía suyo el problema. En lo público, en lo político, capaz de superar la lógica de amigos y enemigos, la lógica de la guerra”.
No cabía duda de que Chile vivía un momento histórico y habría sido no comprender la magnitud de los acontecimientos negarse a participar.
Además organizar el futuro Ministerio de la Mujer era un tema en extremo importante para Soledad Alvear. El desafío le venía como anillo al dedo, porque en el último tiempo se había desempeñado en la Organización de Naciones Unidas, en el área de la mujer, donde abordó temas tales cómo facilitar el acceso al trabajo; cómo transformar a tantas mujeres en jefas de hogar; buscar maneras de paliar la pobreza, dado que en Latinoamérica muchas quedaban solas y con hijos y, por lo tanto, en situación de gran precariedad.
Gracias a estas investigaciones realizadas para la ONU conoció la realidad de países como Colombia, Venezuela, Perú, Guatemala y Cuba. Así fue
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