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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
una acción de esa naturaleza. Antes de avanzar, quería tener su retroalimentación y recoger aportes positivos que sumar al proyecto”.
Pero Soledad Alvear tenía plena conciencia de que se trataba de un primer paso, que se requería de muchos más encuentros, más acciones de sensibilización y que, pese a su entusiasmo por darles a conocer la necesidad de una nueva institucionalidad femenina que velara por la igualdad de oportunidades, muchos no comprenderían, en toda su extensión, la urgencia de hacerlo. Hoy, que el Ministerio de la Mujer es un organismo más que consolidado, resulta impensable que alguien pudiera oponerse a su creación, pero en ese entonces algunos lo cuestionaban por falta de la información adecuada.
Nunca Dejarse Vencer
Había un diputado que resultó el más difícil, pero para ella no existían obstáculos. “Tengo que conquistarme a este UDI, me dije, si lo logro con él, lo conseguiré con todos. Es que siempre ha sido así en mi vida. Mi padre me enseñó, si hay un muro alto, usted camine y camine hasta que logre encontrar la parte más baja. Nunca afloje, nunca ceda, nunca se dé por vencida; si llega y el muro todavía no baja, ponga todo lo que pueda y usted salte la valla, persígalo, persígalo, si es por el bien del país, mayor razón de convencer, dialogar, persuadir”. Esa fue una de las mayores enseñanza de su padre, quien sin duda fue una de las personas que más la orientó sobre cómo ejercer su peculiar estilo de liderazgo.
Le tomó como dos semanas conversar con cada uno de los legisladores sobre la creación del Servicio Nacional de la Mujer. Había miedo, muchos prejuicios, desconocimiento. Uno a uno les fue explicando de qué se trataba. El diálogo, su gran aliado durante toda una vida, la paciencia y el autocontrol hicieron maravillas. Finalmente cerró su ronda con un broche final: una solicitud de audiencia con el senador de más peso y prestigio de la oposición, Jaime Guzmán, quien la recibió y quien, en el Congreso, al momento de votar la ley para crear el organismo pronunció un inolvidable discurso sobre la necesidad de una entidad como la propuesta por Soledad Alvear. Ninguna de sus acciones fue en vano, la votación fue unánime y las cosas fluyeron tranquila y naturalmente.
Su aporte fue crear una sólida institucionalidad, encargada de la mujer, un servicio con rango de ministerio, pero con peso para influir en otras secretarías de Estado, organizaciones y, en definitiva, en la sociedad entera. Antes de ese organismo solo existía Cema Chile, entidad orientada a la organización de centros de madre, donde sus integrantes se dedicaban a realizar tejidos y ajuares, pero no existía un concepto más amplio que velara verdaderamente por la familia.
Demoró ocho meses en organizar el servicio. Partió con tres iniciativas,
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