Page 46 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
Un día su madre le entregó a Soledad, que es la segunda de tres hermanas, un collar de oro que su marido le había regalado. “Me lo dio, porque estaba desprendiéndose de lo más preciado que le iba quedando y me dijo: ‘Hija, no te preocupes, yo ya estoy preparada para irme’. Su muerte ocurrió un poco después, un día domingo en que había estado toda la mañana con ella. Me volví a mi casa, porque Gutenberg había comprado entradas para ir al circo con los niños. Estábamos sacando el auto cuando me vieno un pálpito, algo que me indicaba que tenía que irme a la casa de mi mamá. Gutenberg me dice, ‘por favor, si estuviste toda la mañana con ella, llámala por teléfono’, la llamé y la enfermera me expresó que estaba todo perfecto. Igual partí a la casa de mi mamá, que efectivamente estaba bien, pero de pronto empezó a respirar profundo, se pidió una ambulancia. Ella no quería ir a la UTI. La estabilizaron hasta que quedó descansando, de pronto despertó, me miró, me apretó la mano, me sonrió y murió de la manera más plácida. Dios me avisó que se iba a morir, de lo contrario, habría fallecido sola.
Un Nuevo Cargo Político: Ministra de Justicia
Soledad Alvear permaneció alrededor de cuatro años en el Servicio Nacional de la Mujer, hasta que terminó el Gobierno de Patricio Aylwin. Al fin volvería a su casa a hacerse cargo de sus hijos y, más que probablemente, de alguna investigación de esas que tanto le gustaban, encargada por la ONU. Pero antes, una última renuncia.
“Don Patricio Aylwin, de manera ejemplar, nos prohibió a todos los miembros de su Gobierno intervenir en la campaña electoral que ya se había iniciado. El suyo, nos hacía notar, sería hasta el último día, el Gobierno de todos los chilenos. Justo en esos días, a mi marido lo proclamaban con un enorme acto como presidente de la Democracia Cristiana y yo simplemente no pude ir por seguir las directrices de don Patricio...”.
Pocos días tuvo de descanso Soledad Alvear, tras el término del Gobierno de Aylwin, porque apenas fue elegido como Presidente Eduardo Frei Ruiz- Tagle, recibió su inesperada llamada telefónica para que lo visitara a la brevedad. De inmediato fue y el propósito era ofrecerle la cartera de Justicia, algo que interiormente rechazaba con todas sus fuerzas, porque quería retomar su vida anterior, incluso hacer clases en las universidades privadas, que le habría encantado.
“Yo entré en un estado de angustia, porque no quería; le costó bastante a Eduardo Frei sacarme el sí, porque yo sabía que si asumía, lo haría con demasiada intensidad y eso me preocupaba...”.
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