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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
Esta vez, a diferencia del Servicio Nacional de la Mujer, sí hubo un traspaso de mando desde el anterior ministro de Justicia, Francisco Cumplido, y de ella a su sucesora, en la Secretaría Nacional de la Mujer, Josefina Bilbao.
En el sector justicia se sintió, en una primera etapa, algo incómoda, porque el ministro Cumplido había sido su profesor de Derecho Constitucional en la Facultad y los ministros de la Corte Suprema tenían alrededor de 80 años, de modo que se la consideraba como “una niñita”. Ella era muy joven para esos estándares, había cumplido 36 años, pero, así y todo, la presentación de su ex profesor tanto ante el personal del Ministerio, como ante los miembros del máximo tribunal fue lapidaria: “Cuidado, ustedes no saben con la chichita con la que se están curando”.
Esa fue la primera repartición donde encontró una cerrada oposición por parte de los funcionarios, que después volvería a enfrentar en la Cancillería y por las mismas razones, solo que al hecho de ser “mujer, bajita, morenita, no tener apellidos vinosos, proceder de Puente Alto”, se agregaba, esta vez, que era “muy joven”.
Nadie apostaba por ella y una mayoría esperaba que pasara sin pena ni gloria por esa cartera. Porque además, “no tenía idea de litigios, siempre se había dedicado a la docencia y al aspecto civil de las leyes”, se expresaba.
Pero el Ministro Pulido tenía razón... no sabían “la chichita con la que se estaban curando”, ya que tan pronto ingresó comenzó a actuar con mucho entusiasmo. Lo primero fue hacer un diagnóstico de la cartera, para lo cual convocó a profesores; miembros del Colegio de Abogados; jueces; en general, a personas prominentes del Poder Judicial; llamó a todo aquel que pudiera darle una visión clara y precisa de lo que ocurría en aquella Secretaría de Estado.
“Tras mucho investigar y más allá de cualquier instrucción presidencial, llegué a la conclusión de que el proceso penal chileno era lo peor del sistema judicial. Los juicios eran eternos, porque duraban 10, 20 y 30 años. La justicia chilena era la antítesis de la justicia verdadera”.
Se dio cuenta de que la gente estaba años en prisión preventiva, décadas, para tras todo ese tiempo perdido, resultar inocente. “Además el sector estaba muy desprestigiado, porque nunca se aceptó ningún recurso de amparo durante el período de Pinochet. Los integrantes del sistema judicial estaban muertos de miedo ya que en esa época se nombraban a puros ministros de su lado. Todo esto me fue decidiendo. Lo que me colmó fue que el primer año tuve que pedir presupuestos para aguja e hilo para coser los expedientes. Esto no puede ser, me decía a mí misma”, indica.
Comenzó a estudiar los distintos sistemas judiciales del mundo; se hizo asesorar, como siempre ha sido su costumbre, por los mejores juristas y expertos
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