Page 24 - Un Libro de Porqueria
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Yo al cartel lo había visto con anterioridad y solo faltaba la vícti-
    ma. No sé cuánto tiempo habrá esperado. Yo lo deje de seña al pi-
    chón y me fui.
      Creo que fue más de una hora su espera,  pregúntenle a él.

      Cuando rendí el final de medicina me toco hablar sobre el plexo
    pudendo.

      Me quise hacer el piola con Grognac, (Que buena que estaba!) pre-
    guntándole si me podía copiar, llevando mi mano al bolsillo.

      Creo que fue el único aplazo que disfrute, porque se puso toda co-
    lorada y me dijo enojadísima: “ANDATE, tenés un 2”.

      Yo salía muerto de risa y alguien me pregunta:
      ¿Te fue  bien?  No, me  partió como  un  queso. ¿Y de que  te reis?
    Después te digo, pasa que está de buen humor.

      Nadie entendía mi risa.

      En la mesa siguiente rogué que me llamara el titular de la cátedra
    o que no me tocara la misma bolilla (Pues le hubiera dicho lo mis-
    mo).
      Llamó: “Delovo”

      Saque la bolilla y hable como 20 minutos seguidos.

      No me pregunto nada, solo me miraba fijamente, me aprobó con un
    7.

      Me dio la mano y sonrió,  no me dijo nada!!. Seguramente recor-
    daba la anécdota.
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