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A lo largo de estos catorce años en el colegio, aprendí a valorar todo lo que me
rodea, teniendo una vista más amplia de lo que significa cada persona que
está a mi alrededor. Aprecio todo el tiempo que invirtieron los maestros en
enseñarme cómo es la vida y tratar de dejar en mí una huella para toda la vida.
Siempre me sentí muy afortunado por la institución en la que crecí, no solo por
lo académico ni lo formativo, sino por las personas que aquí pude conocer, las
amistades que logré consolidar y la capacidad de entender que el que quiere
estar con uno y para uno lo estará sin que se lo pidan. Me dieron la oportuni-
dad de tener una familia más allá de la que la vida me otorgó, personas con las
que conviví todos los días durante catorce años y, a pesar de las adversidades,
siempre se salió adelante. Eventualmente, no fui el estudiante ejemplar o el
joven más juicioso, pero con el pasar del tiempo siento que me pude formar
de la mejor manera posible para relacionarme bien con las personas y con mi
familia. Este último año fue totalmente atípico, no fue como lo esperaba, pero
no lo cambiaría por nada. Trajo a mi vida personas que en muy poquito tiempo
crearon un vínculo que me fortaleció en momentos difíciles y, de igual manera,
alejó personas que definitivamente nunca estuvieron para mí. Agradezco todo
el tiempo que este colegio invirtió en mí para poder ser el hombre que en un
futuro quiero ser, agradezco a mis amigos más cercanos por enseñarme que
no se necesita tener la misma sangre para ser familia y que a pesar de todo
siempre estuvieron y estarán para mí. Gracias.