Page 176 - anuario-2021
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13 años, 156 meses, 678 semanas, 4745 días, días en los cuales orgullosamente
                                                     hice parte del colegio San Ignacio De Loyola, días en los que no dormí por quedarme
                                                     estudiando, días en los que quebré vidrios del colegio, días en los que me metí en
                                                     numerosas peleas, y consecuentemente me metí en numerosos problemas, días en
                                                     los que me escapé de clases, días en los que lloré; pero, sobre todo, días en los que
                                                     reí e hice reír, días en los que disfruté. Días que nunca voy a olvidar…
                                                     Si me preguntaran ¿Valió la pena? Sin pensarlo dos veces diría que lo valió, valió la
                                                     pena haber pasado por tanto, por todas las difíciles situaciones en las que estuve;
                                                     porque después de numerosas reuniones en rectoría, después de un compromiso
                                                     normativo, después de algunas visitas al psicólogo y después de dos compromisos
                                                     de rectoría puedo decir “Me gradué, por fin me gradué del San Ignacio”, Sin embargo,
                                                     todo esto no hubiera sido posible sin la ayuda y el acompañamiento de personas
                                                     como Santiago Genoy, Sonia Correa, Diego Gómez y Gladys Osorio, pude mantener-
                                                     me en el colegio; permitiéndome esto, no solamente tener un buen nivel académico
                                                     o pulirme como persona, sino también haber conocido a personas increíbles, como
                                                     las amistades que formé, las cuales han sido parte de los mejores momentos y expe-
                                                     riencias que tenido. Por último y no menos importante, agradecer a los maestros
                                                     como Daniel Gracia, Mauricio Amezquita, Luz Dary y Julián Ortiz Muñetón, que se
                                                     esforzaron por hacer de las clases un ambiente en el cual nos gustara estar y siempre
                                                     se preocuparon más por la manera como sentíamos que por las notas que sacába-
                                                     mos; a maestros como ellos, siempre los llevaré en el corazón.

                                                     Gracias.
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