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Creo que no hay palabras para describir el choque de emociones que siento
al escribir este pequeño párrafo. Redactar estas pocas palabras significa que
es la recta final de un camino al cual no quiero decir adiós, el cierre de la
primera etapa de vida, aquella que estuvo marcada por mi niñez, en la cual
solo deseaba a cada segundo poder montar en los triciclos del infantil o ir a
jugar y luego por mi adolescencia, una etapa que describiría con una sola
expresión: una montaña rusa, la cual estuvo marcada por personas asombro-
sas y una lluvia de emociones que la hicieron perfectamente única.

Gracias a aquellas personas que hicieron del colegio una segunda casa,
sobre todo aquellos profesores que con sus clases me inspiraron para luchar
por mi futuro, a esas amistades inolvidables que hacían cada una de las expe-
riencias más felices y emocionantes y obviamente gracias profundas a mi
mayor soporte, mi familia, la cual estuvo presente en cada paso que di, apoya-
ron cada decisión que tomé; nada de esto sería posible sin ustedes, mi familia.
Finalmente, solo queda decir adiós y gracias infinitas por estos 13 años
memorables y únicos.