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Decir adiós nunca es fácil y mucho menos cuando de lo que te despides es de un lugar y una
                                                     etapa de tu vida que hasta el día de hoy te han hecho lo que eres. Cuando estaba pequeña,
                                                     pensaba mucho en las cosas que quería decir cuando llegara la hora de escribir esto, pero ahora
                                                     que llegó el momento, se me hace muy difícil poder expresar toda la nostalgia, la alegría y el
                                                     agradecimiento que tengo por todo lo vivido. Son muchas las cosas, personas y recuerdos por los
                                                     que hay que agradecer, como los profesores que guiaron este proceso buscando las mejores
                                                     maneras de enseñarnos, pero también buscando la manera de entendernos, por demostrar que
                                                     ser ignaciano no es cualquier cosa o por cosas mínimas como todos lo busos, celulares y lonche-
                                                     ras que perdí que de una manera u otra me hicieron ser más responsable y me hicieron lo que soy
                                                     hoy. Pero ante todo tengo que agradecer a Dios, a mi mamita y a mi hermana, estas personas que
                                                     nunca se fueron de mi lado, que pusieron su paciencia a prueba conmigo aguantando mis dramas
                                                     y mis fracasos, pero que también celebraron todas mis alegrías. No existen palabras para demos-
                                                     trar cuánto las amo y lo feliz que me hace tenerlas. Por otro lado, le doy gracias al colegio por darme
                                                     las mejores personas que puedo tener a mi lado. María Alejandra, contigo pasé muchos de los
                                                     mejores momentos de mi vida, cada risa, cada caída y cada momento que viví contigo lo voy a
                                                     guardar siempre en mi corazón. Y qué más les puedo pedir a Dios y a la vida cuando me traen a La
                                                     Galaxia, Saris Sierra y Andreíta, personas que hacen parte de mí y espero no perder nunca. No
                                                     pueden faltar esas cosas que me hacían olvidar un poquito de lo académico y me ayudaban todos
                                                     los días a crecer como persona. Nunca me voy a arrepentir de ser una niña-pastoral pues en un
                                                     punto de mi vida me trajeron una familia (FG/FF). Ni mucho menos me arrepiento de pasar todas
                                                     mis tardes haciendo una de las cosas que más me gusta hacer, bailar, por lo que les agradezco
                                                     mucho a mis profesores Adrián, que me incentivó a seguir con mi sueño, y Chechito, que me
                                                     enseñó lo que es la exigencia y también la perseverancia. Pero ya es hora de avanzar, ya llegó el
                                                     momento que veíamos tan lejano y, aunque las despedidas duelen, son una oportunidad para abrir
                                                     una puerta nueva, para empezar a crear nuevas experiencias y nuevos recuerdos, tal vez muchos
                                                     de nosotros no volvamos a saber los unos de los otros, pero solo espero que todos logremos
                                                     nuestros propósitos y sueños.
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