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Parece irreal pensar que ya llegué a once. Después de trece años en el cole-
gio, se llegó el momento que todo el mundo esperaba, el año donde teníamos
nuestro propio buso, el año en el que éramos los mayores en el que teníamos
una cafetería… Sin embargo, todo esto tristemente no lo pudimos vivir al
máximo por culpa de la pandemia. Eso sí, hay personas que no se pueden
olvidar en todo este recorrido hacia la graduación como lo son Nicolás y
Juanfe, con los cuales en la primaria llegábamos a la casa a jugar videojuegos,
eran momentos realmente interesantes en los que no había que preocuparse
por nada más que ser un buen estudiante. También está mi amigo del alma,
Zúñiga, con el cual el último ciclo compartimos momentos y experiencias
inolvidables. Y, por último, pero no menos importante, Valeria, la primera amiga
que tuve, la primera persona en la que pude confiar.
Además de todas estas experiencias con personas que vale la pena recordar,
hubo profesores que me marcaron mucho para la vida, uno de estos fue Luis
Abad a quien, después de estar casi tres años con él, le cogí un aprecio espe-
cial y considero que es un profesor que da todo por sus estudiantes para que
aprendan tanto de la vida como de su materia, inglés.