Page 10 - Apofénicos Vol.3
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Capitulo VI: El río de la gran estrella inmortal.
Fue así cuando tuve la necesidad de volver a caminar.
Avance unos 500 metros y me encontré con una palapa vacía. Así que
decidí quedarme a meditar un momento en esta. Cuando de pronto
tuve la sensación de estar en el cerebro de un espantapájaros y poder
sentirme como la última neurona de esté, que siempre deseé ser.
Me quedé un momento ahí expectante y volví a mi camino. Seguí
desplazando los pasos por la verde arena. Era de un color dorado cristalino
que te dilataba la pupila al simple hecho de verla. Se deshacía con
facilidad al tomarla en tus manos. Esta sensación me hizo convertir en
un gigante que iba aplastando a toda la población de un micro universo.
Poco a poco dejé de sentirme un gigante separado de la luz
de mi sombra y decidí quedarme observando el mar. Así, en
esta posición de contemplación volviendo a mirar las estrellas.
Ahí una me llamó tanto la atención pues esta era la que menos brillaba en su
entorno y era la más pequeña. Cerrando el círculo del trópico de cáncer. Y la
razón de por que era tan pequeña y opaca, es por que dentro de ella había
un gran río, cuyas aguas daban a la inmortalidad a todo ser que este llegara a
visualizarla desde la lejanía. Desde esa perspectiva anunciada por una causalidad
que llevaba directa a la nada. A esa nada, a esa balada que te lleva a ser inmortal.
Junto a esta estrella se encontraba otra. Solo que esta era demasiada grande y
en forma de cubo. La razón por la que tenía esta forma es por que no solo era una
estrella; si no que era una gran semilla espacial al que no pude evitar comérmelo
con mis manos de gigante. La sensación que tuve al masticarla era similar a la
de una goma de mascar de color. Que dejó de tener el mismo sabor. Después
de mascarla la puse en donde la encontré al lado de la gravedad horizontal.
“Amnion” La ciudad amniótica.
| por Monad
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