Page 18 - cuento
P. 18
4
CUATRO
Los niños empezaron a mirar por todo el salón y
rastrearon la habitación contigua, que parecía
un pequeño dormitorio. Cada rincón del salón
era minuciosamente escudriñado, tocado
y manipulado por si había algún resorte,
como en la baldosa del zaguán. Al cabo de
un rato los ánimos empezaron a decaer
debido a su infructuosa búsqueda.
—Jairo, ¿y si subimos a Bruno? Igual
nos ayuda con su gran trufa —dijo
Kira mientras le guiñaba un ojo a su
amigo para que el ánimo no decaye-
ra.
Jairo volvió de nuevo al árbol. Kira lo
siguió.
—Algo se nos escapa. Si hay algo, lo
tenemos que tener delante de nuestros
ojos y no lo vemos.
—¡Es eso! —gritó la niña —. ¡Mira, está
ahí! —dijo mientras señalaba unas guirnal-
das de tela rojas y verdes puestas para deco-
rar el árbol—. Jairo, esta tiene un texto escrito a
mano.
Jairo cogió una de las bandas con sumo cuidado. Es-
taba escrita con la misma letra que encontraron en la nota
de la esfinge. Kira se alzó y cogió con mucho mimo la siguiente.
Jairo se hizo con la última.