Page 250 - Donde termina el arco iris
P. 250
CECELIA AHERN Donde termina el Arco Iris
FLORSILVESTRE: Bueno, pues parece ideal para ti. No veo por qué no tendrías que salir
con él. Buena suerte con tu cita.
SEGURA: DamaSolitaria, ¿tienes una cita con un hombre?
DAMASOLITARIA: Lo dices como si fuese una enfermedad.
SEGURA: ¡No, sólo estoy impresionada! ¡Pero en el buen sentido! ¡Enhorabuena!
DAMASOLITARIA: ¡Gracias! ¡Oye, has cambiado de nombre!
SEGURA: Sí. Me han concedido la anulación. ¿Veis? Ya os dije que la Iglesia tenía
sentido común. Están de acuerdo en que Leonard es un gilipollas.
FLORSILVESTRE: ¡Segura! ¡Menudo cambio oírte decir algo así! No estoy segura de que la
Iglesia piense exactamente eso, pero es un comienzo...
AMAPOLA: Felicidades, Segura.
SEGURA: ¡Gracias, chicas! Hacía mucho que no te asomabas por aquí, Amapola.
¿Dónde te habías metido?
AMAPOLA: He pasado las últimas semanas en la casa de Connemara. Tenía mucho en
que pensar.
FLORSILVESTRE: ¿Va todo bien?
AMAPOLA: No, la verdad es que no.
SEGURA: ¿Te apetece hablarlo? A lo mejor te podemos ayudar.
AMAPOLA: Bueno, mi madre murió, me he quedado sin trabajo y no me atrevo a
comunicar el «algo más» por si se valida y me provoca un ataque de nervios.
Porque si resulta ser cierto, tendré que declarar oficialmente que los últimos
diez años de mi vida han sido una soberana pérdida de tiempo.
DAMASOLITARIA: Todas somos expertas en ese tema. A estas alturas sabes de sobra que
lo que se dice en este salón no sale de aquí. Quizá podamos aclararte un poco
las ideas.
AMAPOLA: Gracias. Bien, pues allá voy... Ha caído en mis manos una carta que fue
escrita poco antes de que yo cumpliera los treinta. Una carta que iba dirigida a
mí, pero que no llegué a recibir nunca. Era de Alex.
DAMASOLITARIA: Uy, ¿qué decía en esa carta?
AMAPOLA: Ésta es la peor parte. Decía que me amaba.
FLORSILVESTRE: ¡Caray!
SEGURA: Oh, Dios mío.
DAMASOLITARIA: ¡No! ¿Y dónde encontraste la carta?
AMAPOLA: Me la entregó Comosellame. No quería seguir siendo la causa de mi
soledad, dijo literalmente.
DAMASOLITARIA: ¿La había guardado todos estos años?
AMAPOLA: Sí, aunque no me preguntes por qué. Todavía no lo he comprendido.
Aunque en realidad nunca acabé de entenderlo mientras estuve casada con él.
Ahora mismo no puedo pensar en nada, estoy anonadada.
FLORSILVESTRE: ¿Ya has hablado con Alex?
AMAPOLA: ¿Cómo quieres que hable con él, FlorSilvestre? Sabiendo lo que sé, ¿cómo
quieres que piense siquiera en él?
FLORSILVESTRE: Es muy sencillo, digo yo. ¡Acaba de decirte que te ama!
AMAPOLA: No, FlorSilvestre, me dijo que me amaba hace diez años. Antes de casarse,
antes de tener a Theo. Ahora no tengo valor para hablarle. Me ha estado
escribiendo y llamando, pero al pensar en esa oportunidad perdida se me hace
un nudo en el estómago y soy incapaz de responder a sus mensajes.
DAMASOLITARIA: ¡Pero tienes que decirle que lo sabes!
AMAPOLA: Iba a hacerlo. Estaba entre asustada y entusiasmada. Iba a llamarlo por
teléfono y a decírselo desenfadadamente para tantear el terreno, para ver qué
sentía él y luego ir un poco más lejos. Pero justo esa mañana llegó su
- 250 -