Page 10 - Historia de México I
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Capítulo muestra
las segundas, y procedente del liberalismo francés de la Ilustración, que el régimen de gobierno fuera republicano.
Para redactarla, el Congreso de Chilpancingo, reunido en la ciudad de Apatzingán, tomó como modelos la Constitución de Estados Unidos de América, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y la Constitución francesa. En buena parte estuvo inspirada también en la Constitución de Cádiz y en los Sentimientos de la Nación, promulgados por José María Morelos y Pavón.
Los principales postulados de la Constitución de Apatzingán fueron dos:
• SeproclamólaindependenciadelaNuevaEspañarespectodeEspañaydecualquier otra nación.
• ElgobiernodelnuevoEstadoindependienteestaríadivididoentrespoderes:ejecuti- vo, ejercido por un presidente; legislativo (con amplios poderes) recaería en el Con- greso, integrado por diputados de las provincias conquistadas por los insurgentes; y el judicial, que estaría en manos de un tribunal de justicia.
Además, se estableció la soberanía popular (es decir, que el poder pertenecía al pue-
blo, cuyos representantes eran las autoridades) y que los empleos públicos serían ocupa- dos únicamente por los americanos (los nacidos en Nueva España).
Plan de Iguala (1821)
Firmado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, el Plan de Iguala fue un programa político por cuyas ideas Iturbide se ganó la simpatía de casi todos los habitantes de la Nueva España. Aseguraba el cumplimiento de tres garantías fundamentales:
• Unión de todos los grupos sociales, fueran americanos o europeos.
• Religión: exclusividad de la religión católica (lo cual dio gusto a la mayoría de los mexicanos, que eran católicos, y a la Iglesia porque se sintió segura de no perder sus
privilegios).
• Independencia absoluta respecto de España.
El Plan de Iguala preveía que, ganada la guerra de independencia, se establecería como forma de gobierno una monarquía constitucional. Como los novohispanos todavía se sentían inseguros para gobernarse, planearon llamar como rey al propio Fernando VII. Para que no gobernara de modo absolutista, se formaría un Congreso que redactaría una constitución mexicana que el rey mismo tendría que obedecer y hacer obedecer. Si Fer- nando vii no aceptaba, se llamaría a alguno de sus hermanos o sobrinos. El Plan de Iguala satisfizo prácticamente a todos los criollos, a la mayoría de los insurgentes y tam- bién a muchos peninsulares, al punto que después de conocerlo muchos integrantes del ejército realista se pasaron a las filas de Iturbide, cuyas fuerzas crecieron aún más. Los peninsulares y los criollos estuvieron de acuerdo con el Plan de Iguala porque se conser- vaba el orden colonial, lo que les convenía. Por eso, los peninsulares aceptaron compartir con los criollos altos puestos en el gobierno.
El Plan de Iguala no hablaba del reparto agrario o de otras reformas sociales por las cuales habían peleado Miguel Hidalgo y Morelos. Beneficiaba poco a los indígenas, a las castas y a la mayoría de los mestizos, no obstante que habían participado en la gue- rra independentista. Abolió en la letra la limpieza de sangre, pero en la práctica esa situa- ción permaneció igual. Indígenas, castas y mestizos no pudieron hacer nada porque sus jefes habían pactado con Iturbide; no les quedó más remedio que resignarse.
Otro grupo tampoco beneficiado, aunque importante (pero pequeño), fue el de los republicanos, quienes se oponían a que el sistema de gobierno fuera una monarquía. En- tre ellos destacaban viejos insurgentes, como los que estuvieron de acuerdo con el sistema republicano de gobierno establecido por la Constitución de Apatzingán. Como tampoco pudieron hacer nada, en el fondo quedaron sumamente inconformes.
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