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 tu naturaleza, de tu ADN biológico y espiritual, de tu vida en todos los aspectos.
Al enfrentar el sufrimiento, logramos no perder relaciones, proyectos o procesos, que por evitar la situación dolorosa, hubiésemos botado a la basura y no disfrutaríamos sus satisfacciones o enseñanzas hoy en día. Con el tiempo, y practicando el deseo de lograr las cosas, (la perseverancia) y volver esto un hábito; y mantener la disciplina para permanecer en el proceso, poco a poco creamos un modelo; un hábito que permite que estemos mas tiempo en lo positivo permitiéndonos llegar fácilmente al éxito.
En muchísimas ocasiones, sobretodo cuando intenté inicialmente este comportamiento, fue con saldo negativo. Me negaba a sufrir; en lugar de entender lo beneficioso que era aceptarlo. Con el tiempo descubrí que si bien no evitaba la aparición y el sentir del sufrimiento, este me aportaba elementos que me llevaron a entender la importancia de recibirlo, vivirlo y observarlo, sacándole el mejor partido. ¡Finalmente Aprovecharlo!
La gratificación, la sensación de placer, pero también el dolor y la pérdida, son parte de nuestra existencia, que claro, a su vez depende, en gran medida de la formación que recibimos, de las creencias que tenemos que nos fueron inculcadas y aprendidas por referentes del entorno. Las experiencias previas, junto a la forma como las asumamos, juegan un papel fundamental en nuestra forma de ver y aprovechar el sufrimiento... y por ende la vida.
Por lo general nuestra sociedad rechaza el sufrimiento. Lo vemos desde pequeños en nuestros familiares, cuando desean evitárnoslo desde pequeños, impidiéndonos las caídas, de todo tipo, físicas, afectivas, económicas y mas; en la publicidad, otro ejemplo, cuando todo lo solucionan rápido y fácil.
Y el sufrimiento en la salud? Diariamente lo combatimos, lo reprimimos o peor aún; nos embrutecen y limitan totalmente con medicamentos que disfrazan de soluciones rápidas y fáciles llevándonos a perder la oportunidad de identificar nuestras carencias o debilidades (y por supuesto la capacidad de fortalecerlas) al deshacernos de él; al evitarnos el síntoma y el dolor. Y créeme, soy un gran defensor de la medicina y la farmacología pero siempre respaldando, como soporte, al manejo de lo que provoca y lleva al síntoma del sufrimiento.
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