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Después de leer, hay que reflexionar y escribir
Actividad 2. Comprensión de textos de un ensayo argumentativo.
El doble discurso del mestizaje
Cuando se habla del pasado de nuestro país, se glorifica las hazañas y la capacidad administrativa,
tecnológica, la cosmovisión de los antiguos peruanos. Por ejemplo, en el campo de la agricultura,
tenemos la construcción de andenes, los sistemas de riego que eran sofisticados para su época;
en el campo de las edificaciones, contamos con hermosos monumentos históricos, una de las más
representativas es la Ciudadela de Machu Picchu, emblemática por todo lo que representa; por
cierto, todo eso nos enorgullece. Sin embargo, cuando hurgamos sobre la presencia de indígenas
en el presente, afloran actitudes de rechazo, nerviosismo, imprecisión, molestia en la gente, a tal
punto de considerarlo como una ofensa, porque aceptar supone ser parte de esa historia del cual
se reniega.
Así, una de las principales dificultades para imaginarnos como un país multicultural radica en lo
que se podría denominar el “mito del mestizaje”. Los peruanos, en general, nos consideramos a
nosotros mismos como “mestizos” y, para justificarnos, recurrimos frecuentemente al refrán popular
que señala que “quien no tiene de inga, tiene de mandinga”. Al identificarnos como mestizos
no pretendemos brindar una definición clara y exacta de lo que somos, ya que precisamente el
mestizaje supone una cierta hibridez, en tanto corresponde al cruzamiento de razas o culturas
distintas. Por el contrario, en el “juego de las identidades”, que siempre son relacionales, una forma Comunicación
de afirmar lo que somos es a través de señalar lo que no somos. Es decir, si somos mestizos no
somos ni blancos ni indios. En este sentido, ser “blanco” significaría identificarse con el extranjero,
con el “gringo”, con España, con el conquistador, etc., y ser “indio” o indígena implicaría la posibilidad
de ser sujeto de discriminación, abuso o explotación.
Pues, hay una gran diferencia entre lo imaginario y la realidad. El optar por dar una respuesta,
cuando se dice “soy mestizo”, aparentemente nos sitúa en un lugar privilegiado, donde todos somos
iguales, ciudadanos todos, con derechos y deberes plenos; pero la realidad parece desmentir y
desvanecer tal construcción imaginaria que no hace más que conllevarnos a vivir engañados, peor
aún, alimentar la hipocresía social.
El mestizaje constituye un “mito” en la medida en que no logra superar la lógica dicotómica de
inclusión-exclusión que aparentemente trata de eliminar. Si bien el mestizaje se ha extendido pero
el racismo no ha desaparecido.
El mestizaje puede ser utilizado estratégicamente para justificar la dominación y para encubrir
conflictos. El mestizaje constituye una ideología que pretende justificar un sistema de relaciones
jerárquicas entre grupos sociales, además, de ocultar la dominación al pretender ignorar o silenciar
las diferencias. En ese sentido, el mestizaje constituye una forma de “violencia simbólica”, es decir,
una forma de violencia que logra aparecer como algo natural gracias a su amplia aceptación social.
En síntesis, el mestizaje se convierte en una suerte de “mito” que contribuye a destruir las diferencias y
a la marginación de grandes sectores de la población peruana. Declararse mestizo puede significar
asumir una máscara circunstancial y de conveniencia, no una identidad consistente. El mestizaje se
define más como negación -ni blanco ni indio ni negro- que como afirmación.
Quispe, O., Achata, J. & Córdova, A. (2007). El doble discurso del mestizaje. Adaptado de https://goo.gl/1BZjKU
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