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Religión                                                                    3° Secundaria

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               SEMANA


            CONCEPTO CLAVE: “no guardemos codicia ni envidia en nuestro corazón”.

            1.  POBRES DE ESPÍRITU:

               Los bienes terrenos son buenos y necesarios para que el
               hombre y la familia vivían con dignidad. Pero en el corazón
               mismo  del  hombre  existe  con  frecuencia  un  deseo
               desordenado de poseerlos.
               Jesús  exige  a  sus  discípulos  que  le  antepongan  a  él
               respeto a todo y a todos.

               El desprendimiento de las riquezas según el espíritu de la
               pobreza evangélica y al abandono a la providencia de Dios,
               que  nos  libera  de  la  preocupación.  Por  eso  Jesús  afirma
               que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos.
               (Mateo 19,23). Con estas palabras Jesús se refiere a los
               que tienen su corazón puesto en las riquezas.

               Cuando el cristiano hace uso de los bienes de la tierra, ha de tener a la vista esta advertencia del Señor:
               “no se puede servir a dos señores: a Dios y a las riquezas” (Mt 6,24). Los cristianos debemos recordar
               siempre que Jesucristo llamó bienaventurados a los pobres de espíritu. (Mt 5,3)

               La pobreza en el espíritu, es decir, la pobreza cristiana, exige el desprendimiento de los bienes materiales
               y austeridad en su uso. Usar los bienes como medios  y no como fin último.



            2.  CONTENIDO DEL DÉCIMO MANDAMIENTO:
               Dios ordena con este mandamiento que el hombre oriente rectamente los deseos de su corazón para que
               el  uso  de  los  bienes  de  este  mundo  y  el  apego  a  las  riquezas  no  le  impidan,  en  contra  del  espíritu  de
               pobreza evangélica, buscar que es sus último fin que es Dios.

               En  concreto  el  décimo  mandamiento  prohíbe  la  codicia,  deseo  desordenado  de  apropiarse  lo  ajeno,  y  la
               envidia, que es sentir pesar o pena por el bien ajeno.

               Por eso no impide que se pueda desear mejorar la posesión social o adquirir bienes mejores por medios
               lícitos. Por lo tanto, se puede desear conseguir un mayor bien material, pero siendo conscientes de que
               por encima de todo ha de estar el amor de Dios y al prójimo y de que no debemos amar desordenadamente
               los bienes materiales.

























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             3  Bimestre                                                                                -227-
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