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Religión 3° Secundaria
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SEMANA
CONCEPTO CLAVE: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
1. EL CUERPO ES UN DON DE DIOS:
El cristiano tiene una concepción extraordinariamente
positiva del cuerpo humano ¿sabes por qué? Estas son
algunas de las razones:
Jesucristo: el Hijo eterno de Dios, se encarnó, es decir,
se hizo verdadero hombre y tiene un cuerpo como el
nuestro por toda la eternidad.
Jesús: resucitó con su cuerpo humano, lleno de gloria, y
subió al cielo.
La Virgen María: engendró en su cuerpo inmaculado al
Hijo de Dios hecho hombre, dándole su carne y su sangre.
Cada Cristiano: desde el Bautismo, es una “criatura nueva”: su cuerpo y su alma “son templos de
Dios” (1 Cor 6,19) por la gracia santificante que recibimos en ese sacramento. Dios vive en cada
bautizado mientras mantiene ese estado de gracia.
Por último: Nuestro cuerpo está destinado a la resurrección y a vivir eternamente en la gloria junto a
Jesús resucitado y glorioso (1 Cor 15,20-25)
2. HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ:
La doctrina moral católica sobre la sexualidad se puede formular en estos tres principios:
a. El ser humano no está hecho para la soledad sino para la “comunión”.
Desde la primera página de la Biblia el hombre y la mujer son presentados en pareja, con mutua
atracción afectiva y con inclinación sexual del uno hacia el otro. Así lo enseñan las escrituras: por eso
dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.
(Gn 2,24) Dios que es amor, ha inscrito en el hombre y en la mujer la capacidad y la responsabilidad
del amor y de la comunión.
b. La sexualidad requiere autodominio:
La sexualidad humana precisamente por ser humana, ha de estar orientada por la razón y sometida a
la voluntad. Esto significa que se requiere un autodominio sobre la propia sexualidad. De lo contrario, el
sexo se convierte en una pasión instintiva como en los animales. Sin la ayuda de la gracia de Dios, al
ser humano le resulta difícil orientar rectamente su sexualidad.
c. Abierta a la procreación:
La Biblia nos cuenta que Dios bendijo al primer hombre y a la primera mujer y les dijo: sean fecundos y
multiplíquense. (Gn 1,28) esto significa que, según el plan de Dios el ejercicio de la sexualidad humana
entre el hombre y la mujer debe estar abierto a la procreación. Por eso, la moral católica enseña que el
uso lícito de la sexualidad se da exclusivamente en el matrimonio, puesto que, según el plan de Dios,
este el ámbito propio para generación y educación de los hijos.
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